Este texto no destripa ningún dato esencial de la película 'Tiempo'. Es un esfuerzo inútil, porque el mismo tráiler ya cuenta demasiado, pero en el cine de Shyamalan toda precaución es poca desde 'El sexto sentido', un clásico que no todos los críticos supieron ver en su momento, hace ya más de dos décadas. Como ocurría entonces, si el espectador llega a la proyección virgen, disfrutará aún más de la experiencia. Y si esta le parece mala, al menos se llevará alguna sorpresa en el cuerpo.
No extraña que su último título, tan irregular, haya despertado las reacciones más diversas. El cineasta de origen indio siempre será un incomprendido. Su obra es más compleja de lo que aparenta. Como a Spielberg, Scorsese y tantos otros, le gusta beber de los clásicos, pero él apoya el codo en la barra de otro modo, como si no le preocupara tanto la cuenta. Eso genera conflictos hasta en la forma de traducir el título ('Old' no significa 'Tiempo', desde luego). Aquí reflexiona sobre la fugacidad de la vida bajo una apariencia de terror suave. Le gusta contar 'lo imposible' y lo hace a su modo, con su caligrafía, tan pura y sin embargo tan ilegible para muchos.
Una vez expuestas las principales líneas de la defensa, digamos también que 'Tiempo' tiene momentos que bordean el ridículo. Hay escenas que ni el mejor actor, y estos son buenos, sabría defender. En ocasiones, los personajes no se comportan con un mínimo de lógica. También falta consistencia científica en la forma en que la playa donde transcurre todo afecta a sus visitantes.
Como en 'El sexto sentido', la historia parte de una idea genial, en este caso procedente del cómic 'Castillo de arena', de Pierre-Oscar Lévy, pero luego es como si, activado en exceso por el espíritu del 'carpe diem', se apresurara en la ejecución. Las dificultades del rodaje no explican por sí solas por qué el director y guionista (en colaboración con Frederick Peeters), además de actor, toma algunas decisiones. Al final, sabe cerrar la trama de una manera brillante y contenida en el tiempo, aunque vuelve a incurrir en un pequeño vicio. Sabedor de que sus guiones son complejos, no se queda a gusto si no los remata de forma didáctica.
Lo bueno de esta película es que el espectador ya sabe si le va a gustar, con un pequeño margen de error. Por simplificar el debate –él nunca lo haría–, si el lector no apreció 'El incidente', por ejemplo, es difícil que se tire de cabeza a su playa, aunque esta historia sea menos 'aburrida', como opinaron muchos, injustamente.
Valoración de ABCPlay
Federico Marín Bellón