Mathieu Menegaux: «La emoción y la justicia no hacen buena pareja»

«Desde el más venial pleito entre vecinos hasta el peor asesinato a sangre fría, los juicios son retazos de vida más intensos que los demás», advierte Mathieu Menegaux en 'Mujeres de armas tomar' (Alba). Junio de 2020. Palacio de Justicia de Rennes. Tres magistrados y seis miembros del jurado popular deben emitir sentencia. La procesada, Mathilde Collignon, ha castigado con una castración a los dos hombres que la violaron tras un salvaje encuentro por Tinder. Collignon no niega su afición al sexo y las fantasías expresadas en chats de contactos, pero alega que cuando las cosas fueron más allá de lo esperado negó su consentimiento. Para evitar los protocolos de la denuncia la procesada enfiló y afiló el camino más corto de la venganza. Los procesos judiciales son un reflejo de cada sociedad, explica Menegaux. En su novela recrea las deliberaciones del jurado popular hasta que se emite la sentencia: «En Estados Unidos, los jurados son autónomos y tienen que emitir un veredicto unánime, en 48 de los 50 estados. En Francia, el jurado es soberano, pero con el asesoramiento de tres magistrados. El veredicto de culpabilidad no necesita ser unánime, se basa en una mayoría de dos tercios». «La emoción y la justicia no hacen buena pareja», pone Menegaux en boca de uno de sus personajes. A partir de este año 2023, añade, el jurado popular solo participará en los casos de más de veinte años, las violaciones quedarán a cargo de profesionales del Derecho. La escritura de 'Mujeres de armas tomar' tuvo de fondo la campaña del MeToo. «La violencia sobre la víctima es fundamental; inspiró mi primera novela y también la segunda, 'Un hijo perfecto': la protagoniza una mujer que denuncia a su marido por las relaciones incestuosas con sus hijos y la justicia no le cree», apunta. El autor de 'Mujeres de armas tomar', que contó con la asesoría del expresidente del tribunal penal de París, abogados y policías, no oculta cierto propósito pedagógico: «Ya de niños deberíamos asistir a algún juicio, no necesariamente de causas célebres, sino sobre casos que reflejan las pequeñas miserias de la vida cotidiana para entender mejor la sociedad en que vivimos».