El sueño europeo de los inmigrantes está a apenas 70 euros de distancia
En la Alcazaba de Melilla la Vieja, cerca de la mezquita y del puesto de Protección Civil, por el acceso a la playa, al caer la tarde un grupo de jóvenes se amontona sentados junto a los ladrillos de la fortaleza. Esperan una oportunidad. La opción más brava es saltar al ferry, meterse como polizón y cruzar a Málaga, Motril (Granada) o Almería. Esa travesía tiene un precio de unos 70 euros para los no residentes. Una fortuna para estos jóvenes, que no siempre cumplen las condiciones para viajar de forma legal . Taja Muchase lleva cuatro meses en Melilla después de cruzar por mar. «Desde hace un mes vivo en la calle», asegura este joven, que explica que los tres primeros meses los pasó en el centro de menores , del que luego se escapó. Ahora come cuando tiene dinero para comprar, se ducha en la playa y pasa los días de calor en una sombra esperando una limosna. Su único afán es cruzar el mar de Alborán para llegar a Andalucía y, de ahí, a Bilbao. Papeles de asilo Este chaval dice que tiene 18 años, pero en el dialecto del árabe que se habla en Nador asegura que tiene menos . «Quiero los papeles de asilo político» , asegura. Mientras se los tramitan malvive en las calles de la ciudad autónoma. «Voy a la Alcazaba a dormir unas horas. Luego estoy en la calle, buscando dinero», afirma Taja, quien explica que 'trabaja' en la puerta del Mercadona. «Cuando sale una señora le ayudo a llevar las bolsas y me da algo», afirma al mismo tiempo que tasa ese 'empleo' en un euro por viaje, con suerte. Noticia Relacionada estandar No El Congreso reprueba a Marlaska por la tragedia en la valla de Melilla Juan Casillas Bayo La iniciativa del PP prospera gracias al sí de ERC y las abstenciones de PNV y EH Bildu Entre porte y porte cargado de bolsas sueña con un trabajo, dinero, familia y ser uno de los que cruzan a Marruecos en la Operación Paso del Estrecho cargado de regalos. El sueño europeo . «Tengo amigos en Bilbao y viven bien», reseña este joven que, euro a euro y de señora en señora a la que ayuda con la compra, espera con ansiedad un documento de petición de asilo que le permita subir al barco de forma legal y empezar a cumplir los anhelos por los que se jugó la vida para cruzar a suelo español desde Ben Assar. elecciones_correo_0679 Elecciones por correo La información más destacada en tu mail desde el 7 de julio NO Es la carta de libertad para salir de Melilla que sí tiene Akrim Mahmoudamine, de 30 años. «Crucé por Aguadú a nado hace un mes. Desde entonces vivo en la calle. Tengo el documento, pero no dinero», afirma a ABC este inmigrante ilegal, que muestra el documento sellado por la Policía Nacional y pregunta por los precios de los billetes. En su caso, no sólo ayuda a las señoras en el Mercadona por esa propina con la que llevarse algo a la boca, sino que tiene otro 'empleo'. «Voy a la Alcazaba a dormir unas horas. Luego estoy en la calle, buscando dinero. Ayudo a las señoras a llevar las bolsas» Del bolso que lleva cruzado en el pecho sale una bayeta. La misma que usa para ponerse unas horas en la Plaza de España, frente al edificio de la Asamblea de Melilla , a lavar coches . Es el 'negocio' que los marroquíes que viven en las calles han heredado de los subsaharianos que ya no saltan la valla por la tragedia del 24 de junio del año pasado. Estos jóvenes pueden llegar a ganar entre tres y cinco euros por lavar un coche por fuera. A veces lo hacen entre varios, por lo que esa propina se reparte. Y así, con un documento de asilo en el bolso, Akrim, como otros muchos, trata de ganar casi euro a euro lo que vale el pasaje a Andalucía para comenzar una nueva vida en la Península. «Crucé por Aguadú a nado hace un mes. Tengo el documento para poder viajar a la Península, pero no el dinero» Meses de trabajo, vida en la calle y, en muchos casos, r obos entre ellos mismos que les hacen empezar de cero para pagar, al menos, los 66 euros que vale ir a Motril (Granada), el destino más barato. Ante la desesperación, muchos se vuelven a jugar la vida como polizones y algunos desaparecen en alta mar sin alcanzar aquello que fueron a buscar a España.