Una excelente promesa con mucho trabajo por hacer

La voz de Freddie de Tommaso impresiona desde el primer segundo. Suena a tenor de la vieja escuela, de esos a los que algunos se refieren cuando dicen aquello de «es que ya no se escuchan tenores como los de antes». Pues bien, aquí tienen a un tenor de los de antes, pero con una ventaja: está vivo y tiene —cuesta creerlo— solamente 29 años. Debutó en el Festival de Peralada en Semana Santa, y ha abierto la edición de verano de la cita musical ampurdanesa. La Scala de Milán, la Ópera de Viena y la Royal Opera House ya se han rendido a sus pies y su agenda empieza a rebosar de compromisos. Música Clásica Freddie de Tommaso Música: Verdi Intérpretes: F. De Tommaso, tenor; A. Saint-Gil, piano. Fecha: 28 de julio. Lugar: Festival de Peralada. 4 No es para menos. Su voz posee un caudal y una belleza incuestionables. Aborda los agudos con la mayor naturalidad, y además posee un registro grave que muchos envidiarán. Para esta ocasión, escogió un repertorio íntegramente verdiano, con fragmentos de las óperas más conocidas (Traviata, Trovatore, Ballo in maschera) al lado de otras menos habituales en las programaciones (Il corsaro, Aroldo) e incluso algunas canciones y romanzas que son todavía menos frecuentes. Una oportunidad bien ensamblada, pues, para revisitar la obra del genio de la ópera desde un punto de vista algo diferente. La paleta de colores de De Tommaso nos remite, por un lado a una luminosidad deslumbrante en piezas como la que abrió el concierto, 'La mia letizia infondere' de 'I lombardi', pero que puede, en el otro extremo, adquirir timbres tan sombríos como el que exhibió en la romanza 'Ne'll orror di notte oscura'. Es, además, un cantante absolutamente entregado en lo vocal. Quizás por su juventud, no duda en arriesgar, ir al límite en cada aria. Ahí es precisamente donde empiezan algunos problemas que deberá solucionar en un futuro próximo si quiere tener una carrera razonablemente larga. En esos momentos arriesgados pudimos disfrutar de acrobacias maravillosas, pero también se le vieron las costuras y los límites. En el 'E lucevan le stelle' que interpretó como propina, por ejemplo, al apianar la voz acabó perdiendo el control de la emisión en una fracción de segundo. Lo resolvió sin más problema, pero fue suficiente para detectar ahí un aspecto a trabajar. Algunos otros momentos similares dejaron entrever que una de las cosas que deberá aportarle la madurez será algo de prudencia y un mejor conocimiento de los propios límites. No estaría de más si por el camino encuentra mejores compañías para los recitales a piano. Audrey Saint-Gil es una pianista vehemente, con excelente técnica y capaz de arrancar hasta el último decibelio del piano, de hacerlo sonar como una orquesta. Pero precisamente por eso no sea probablemente el perfil ideal para acompañar una voz. Es cierto que a Freddie de Tommaso no lo tapa ni un tanque disparando salvas, pero si se trata de hacer música en equipo, habría que encontrar mejor equilibrio. También estaría bien que trabaje más su presencia en el escenario. De Tommaso pertenece a una generación a la que el público le va exigir que, incluso en recitales, no solamente cante muy bien sino que además establezca una estrecha complicidad con los asistentes a los conciertos. Por ahora, el joven británico muestra una distancia muy propia de sus referentes de otras épocas, pero tendrá que aprender a conectar mejor con el patio de butacas para emocionar más y mejor. Cosas de los tiempos que corren. A poco que trabaje estos aspectos, De Tommaso apunta maneras para darnos grandes momentos en los próximos años. Lo tiene todo, y su juventud es ahora mismo su mejor baza: le da todo el tiempo del mundo para prepararse y convertirse en toda una celebridad.