Hagamos un ejercicio de reflexión, como el que está haciendo nuestro Presidente desde el pasado jueves, pero sin tanto dramatismo, y tomemos toda la distancia posible para que la pasión no nos ciegue el conocimiento y para que los árboles no nos impidan contemplar el bosque animado que tenemos por país. Dejemos a un lado la cuestionable certeza de los hechos que pesan sobre Begoña Gómez y su tráfico de influencias; dejemos también a un lado, las fuentes en las que se basa la acusación presentada tanto Manos Limpias como por Hazte Oír y Liberum. Apartemos la sospecha de cómo se tuvo que «retorcer» el reglamento de la Universidad Complutense para que la esposa de Pedro Sánchez pudiese dirigirlo sin...
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