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Апрель
2024

«Son necesarias más políticas basadas en incentivos y menos intervencionismo ideológico»

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Empresario con más de 20 años de trayectoria en el sector financiero y el 'real estate', Hernández Reche lidera Tecnotramit , una empresa de más de 1.200 trabajadores entre España y Portugal, y preside la Asociación Nacional de Agentes Inmobiliarios (ANAI), la Asociación de Agentes Inmobiliarios de Catalunya (AIC) y la zona del Barcelonés Norte de la Cámara de Comercio de Barcelona. Es socio fundador de la consultora ENLACE, vicepresidente de la Asociación de Proptech España (ASPE), asesor y consultor de empresas y escritor de 6 libros de Economía, Finanzas y 'Proptech'. ¿Cuáles son las mayores oportunidades y amenazas que detecta en este momento como directivo al frente de una empresa de más de 1.200 trabajadores como Tecnotramit, así como empresario fundador de una consultora como ENLACE o asesor de empresas proptech y Fintech? Estamos en un momento donde la incertidumbre marca por completo el tablero de juego de los negocios y, aunque no es nueva, sí que lo son los diferentes riesgos a los que estamos expuestos. La amenaza principal es el cambio de paradigma que se está produciendo en la sociedad en el que los cambios cada vez son más exponenciales y hacen que las habilidades directivas cambien y requieran de más agilidad. Necesitamos incorporar un estrabismo estratégico para seguir manteniendo nuestros negocios mientras vigilamos lo que sucede en el entorno, que cada vez es más rápido y, gracias a la disrupción digital, más transversal y amenazante para los negocios tradicionales. Y, al frente de las instituciones inmobiliarias a las que representa, así como en la Cámara de Comercio de Barcelona, ¿cuáles son sus objetivos? Respecto a la Cámara de Comercio hay varios frentes en los que estamos trabajando, pero, en mi opinión, el más preocupante es el de la productividad, o lo que es lo mismo, la cantidad de bienes y servicios que somos capaces de producir por hora trabajada. En España estamos muy por debajo de la media europea. Esta falta de competitividad afecta a muchos ámbitos de la economía, ya que repercute finalmente en el poder adquisitivo de las familias y sus posibilidades de consumo e inversión. Desde la Cámara estamos trabajando para atacar los puntos de dolor de esta baja productividad. En primer lugar, la baja formación de la fuerza laboral, por lo que es imprescindible una reforma de la formación profesional y mejorar la de los parados de larga duración. En segundo lugar, ayudar a las pequeñas y medianas empresas a que puedan crecer y ser más eficientes, pues las grandes empresas presentan mejores resultados de productividad al disponer de mayores recursos para invertir. Por último, y no menos importante, mejorar el entorno regulatorio institucional en el que aspectos como la eficiencia del sistema impositivo, la reducción de la burocracia administrativa y la calidad del gasto público tienen gran margen de mejora. En el ámbito de las instituciones inmobiliarias estamos luchando para tener más voz a la hora de establecer políticas de vivienda, regular la actividad de los agentes de la propiedad inmobiliaria, cuyo trabajo tiene una fuerte repercusión económica y social en los consumidores, y, por último, preparar a este colectivo para hacer frente a la transformación que se está produciendo en su ámbito de actividad. ¿Cómo ve la situación actual del mercado inmobiliario un año después de la entrada en vigor la Ley de Vivienda? Peor de cómo estaba, ya que no sólo no se han conseguido los resultados necesarios para mejorar la accesibilidad a la vivienda por parte de colectivos más vulnerables, sino que se confirma que disponemos de una administración más centrada en tomar decisiones politizadas y cargadas de sesgos ideológicos que en tomar medidas estructurales que vayan más allá del calendario electoral más próximo. Han querido centrarse en el aumento de precios, que es sólo una consecuencia, en vez de focalizarse en la raíz del problema, que es la falta de oferta. Y el tiempo no corre nunca a favor ante este tipo de medidas. La suerte es que el sector inmobiliario español es de un alto nivel tanto, de experiencia como de conocimientos, y es la iniciativa privada la que seguirá impulsando su desarrollo y evolución. ¿Cómo valora las recientes medidas impulsadas desde la Administración para regular el mercado del alquiler? El resultado es evidente. Dicen que debemos esperar porque estas medidas verán resultados en el medio o largo plazo, pero la realidad histórica es que este tipo de regulaciones nunca han funcionado. No lo hizo en Cataluña cuando se aplicó durante un periodo de tiempo concreto ni en ninguna ciudad donde se ha aplicado desde finales de la Primera Guerra Mundial. En las pocas veces que ha funcionado parcialmente ha sido mediante intervenciones concretas y muy acotadas en el tiempo. No hay que olvidar que el afán de intervencionismo en los precios de alquiler no es algo novedoso y tenemos evidencias históricas más que suficientes. De hecho, hay numerosos estudios publicados en revistas científicas que demuestran su no funcionamiento de acuerdo con los objetivos propuestos. Pero es una medida cargada de populismo y que genera réditos electorales en el corto plazo, por lo que para el marketing político cumple su función. ¿Qué tendencias destacaría del sector inmobiliario en un momento de máxima globalización económica, inflación y disrupción tecnológica? Es uno de los sectores que más está cambiando, ya que venía de un largo letargo innovador y unos modelos de negocios muy rígidos que ya funcionaban bien. Pero, aunque la tecnología en el real estate no es nueva, sí que la disrupción ejercida los últimos años ha sacudido todo el sector de forma transversal, desde la construcción a la gestión comercial, pasando por el mantenimiento y gestión de las carteras. La automatización e industrialización de varios eslabones de la cadena de valor va a ser cada vez más rápida y la gestión del cliente va a ser el gran elemento diferenciador competitivo. No sólo es la globalización económica, la inflación o la tecnología las que han cambiado. El gran cambio viene producido por una demanda cada vez más exigente e informada que está modificando los modelos de negocio. Esto lo podemos ver en el sector del servicing, donde la transformación va a ser enorme, y en la desintermediación financiera en el ámbito hipotecario o la construcción, en los que la sostenibilidad va a ser elemento troncal para una competitiva cuenta de resultados. Todavía no somos conscientes del poder de transformación de la automatización de procesos en el sector. ¿Qué previsiones hace para este 2024 de indicadores del comportamiento del mercado como las compraventas, la firma de hipotecas o el Euríbor? Las previsiones son positivas pese el entorno regulatorio que estamos viviendo. Un gran paso es dejar de hablar de predicciones para hablar de previsiones. El problema es que confluyen múltiples elementos externos que tienen repercusión en el mercado doméstico, por lo que estas previsiones se deben actualizar periódicamente. En la actualidad las previsiones apuntan a que se mantenga el número de operaciones del año pasado, con una ligera subida de precios que no superaría el 3%, la firma de hipotecas sea mayor que la del 2023 y los costes de financiación sean más bajos. No obstante, también es cierto que hace escasos tres meses se hablaba de una inminente bajada de tipos de interés y las circunstancias económicas están retrasando este movimiento. Deberemos estar atentos a cómo se comporta el inversor extranjero, que tras un 2022 histórico mantuvo el año pasado un buen ritmo de inversión. ¿Qué retos tiene por delante el sector de la vivienda para poder resolver sus diferentes problemáticas? El gran reto que hemos repetido muchas veces: aumentar la oferta de viviendas. No hay fórmulas mágicas que pretendan bajar los precios de equilibrio ante una subida de la demanda. Este aumento de demanda irá a más, con el agravante que será más desequilibrado, ya que la tendencia tanto en España como a nivel mundial es que haya una clara masificación poblacional en las grandes ciudades. Más de la mitad de la población mundial vive en grandes ciudades y las previsiones para el 2050 es que esta cifra alcance el 70%. En el caso concreto de España, el INE prevé un aumento de la población del 9% en los próximos 14 años, lo que equivale a unos 4,25 millones de personas y una creación de 2,7 millones de nuevos hogares. Y a esto hay que añadir que la ratio de personas por vivienda cada vez es más baja, pasando de 2,48 a 2,36. Si no se aumenta la oferta la presión al alza de precios será constante. Se requiere más colaboración público-privada, y esto pasa por una Administración cuyas decisiones tengan menos carga ideológica y más visión estratégica a largo plazo, así como por un sector privado que pueda ganar dinero con esta colaboración. ¿Qué medidas concretas podrían tomarse desde el Ministerio de Vivienda para mejorar el acceso al mercado inmobiliario? Desde la Asociación Nacional de Agentes Inmobiliarios (ANAI) hemos hecho varias peticiones. Por un lado, la reforma de la Ley del Suelo, que debe ir acompañada de una mayor agilidad administrativa apoyada por la digitalización del sector donde la carga burocrática sea menor para que la concesión de licencias, la industrialización en la construcción y la financiación de proyectos sea lo más ágil posible. También le pedimos a la Administración que se focalice en la oferta de vivienda y que haya más seguridad jurídica, clave para atraer inversores que ayuden a este crecimiento de la oferta. De manera adicional se debe trabajar para mejorar la accesibilidad a la vivienda de aquellos colectivos más desfavorecidos, como es el caso de la gente joven, pero en ningún caso esto debe pasar por la demonización de la propiedad privada. Primero, porque sin políticas que favorezcan la compra de una vivienda se perjudica el mercado de alquiler al generar desequilibrio entre oferta y demanda. Segundo, porque la posibilidad de tener una propiedad es una garantía de prosperidad ante una expectativa de pensiones cada vez más baja. Y tercero, porque en el equilibrio entre mercado de propiedad y alquiler es donde se sustenta la fortaleza de la clase media de un país, clave para su estabilidad social. La defensa de la propiedad privada ha de ir de la mano de medidas que actúen contra la ocupación ilegal, donde somos el único país desarrollado con permisividad absoluta ante este acto de delincuencia. Estas medidas se han de hacer de acuerdo con políticas globales que afectan al mercado laboral, por lo que se necesita urgentemente una mayor calidad de la formación y una bajada de la carga fiscal a las empresas para combatir la precariedad laboral y salarial. En definitiva, soy más partidario de políticas basadas en incentivos que en prohibiciones e intervencionismo. ¿Qué perspectivas tiene sobre la evolución del ecosistema empresarial en España? ¿Y fuera de nuestras fronteras? Hay una clara mutación de necesidades y de habilidades directivas acorde a los cambios exponenciales que estamos viviendo en el entorno. El ecosistema empresarial español es bueno siempre y cuando se le deje trabajar, ya que la carga impositiva, burocrática y regulatoria es cada vez mayor. Además, desde la Administración se está fomentando la idea de cara a la sociedad de que los empresarios y sus empresas son los causantes de la situación actual. Nada más lejos de la realidad. Necesitamos una Administración que regule, pero no interfiera ni pretenda la intervención absoluta. Históricamente se ha demostrado que su eficiencia productiva es muy baja, y de eso ya salimos bastante perjudicados respecto a Europa. Se necesita un ecosistema que favorezca la iniciativa privada, que existe y es de calidad, pero si penalizamos al que se esfuerza y se juega su capital expulsaremos del mercado a aquellos que en el medio y largo plazo deben generar puestos de trabajo. ¿Hacia dónde está avanzando el sector del 'management' empresarial y el liderazgo en España? Las habilidades directivas están cambiando y se deben enfocar a cuestiones relacionadas con la inteligencia adaptativa y la emocional. Por un lado, debemos adoptar una capacidad de adaptación a un entorno con cambios cada vez más abruptos y rápidos, por lo que desarrollar una mentalidad exponencial es básico para no dejar que lo que pase en nuestro entorno vaya más rápido de lo que pasa dentro de la empresa. Por otro, hay que empezar a adaptar planificaciones prospectivas que enriquezcan el análisis proyectivo más tradicional, ya que la gestión de riesgos debe ser un elemento troncal en la toma de decisiones. Contemplar diferentes escenarios es fundamental a la hora de poder generar agilidad en nuestra manera de trabajar. Otro aspecto fundamental va a ser la gestión del talento, que es escaso y será cada vez más caro, por lo que representará el petróleo del presente siglo. Por eso la formación y el cuidado del talento serán fundamentales para la supervivencia empresarial en un entorno reinado por la inteligencia artificial. ¿Ha dejado de ser España un país de funcionarios para convertirse en un país de emprendedores? Los datos no lo corroboran. Si miramos los datos de creación de empleo de los últimos años en España veremos como gran parte de la reducción del desempleo se ha basado en generar puestos de trabajo en la Administración Pública. Y para aquellos que tenemos relación con la docencia universitaria no es raro ver a jóvenes cuyo propósito es pasar unas oposiciones para tener un empleo público. Como siempre, la cuestión fundamental es encontrar el equilibrio, y tenemos una gran facilidad para ir dando bandazos. Debe haber empleo público, pero no puede ser que no se fomente la capacidad emprendedora, ya sea interna o externa. Pasa lo mismo en el mercado inmobiliario al querer fomentar el mercado de alquiler perjudicando al de propiedad cuando el primero no puede funcionar sin el segundo. También ocurre en el propio del mercado laboral, donde no se puede generar empleo si se ponen palos en las ruedas a quien ha de generarlo creando y desarrollando empresas privadas. El trabajo de la Administración es generar un entorno regulatorio que busque el equilibrio para que el crecimiento económico sea sostenible y alejado de contrapesos extremos.











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