En el corazón del sur de Europa, donde la historia islámica se entrelaza con la modernidad europea, España se presenta como un nuevo escenario para la actividad de los Hermanos Musulmanes . Esta organización, una de las más influyentes del islam político, aprovecha una red de asociaciones religiosas y benéficas como fachada para ocultar sus fines políticos y financieros. En España, que acoge a unos 2,2 millones de musulmanes (4 por ciento de la población), esta organización se apoya en asociaciones que se presentan como instituciones religiosas o sociales, pero que funcionan como plataformas para extender su influencia y recaudar fondos. Algunas, aunque representan oficialmente a los musulmanes ante el Gobierno, promueven un discurso moderado en apariencia, mientras que informes de inteligencia señalan vínculos con agendas de islam político contrarias a los valores europeos y que fomentan el aislamiento comunitario, con el objetivo de crear una sociedad paralela. Estas asociaciones se centran en brindar servicios educativos y sociales en barrios marginados, explotando la precariedad para consolidar su base social. Las 'asociaciones fachada' reciben financiación extranjera, incluyendo países de Oriente Medio que apoyan proyectos culturales y religiosos en España. Además, el comercio de productos 'halal', en auge en España, se ha convertido en una fuente de ingresos controlada por asociaciones afines a los Hermanos, que obtienen millones de euros certificando productos. En barrios de inmigrantes, los Hermanos ofrecen educación religiosa y apoyo material, generando lealtad entre los jóvenes a sus ideas. El historiador Juan José Escribano advierte que los Hermanos se aprovechan de la ausencia de políticas de integración efectivas para crear núcleos de fidelidad, especialmente entre la juventud marginada. La actividad de los Hermanos presentan una doble amenaza para España. Promueven una retórica que rechaza los valores democráticos y desde escuelas religiosas y centros culturales impulsan ideas como la 're-islamización', que puede derivar en la creación de comunidades paralelas. Tras los atentados de Barcelona en 2017, las investigaciones policiales revelaron vínculos entre algunos atacantes y redes influenciadas por ideas del islam político promovidas por los Hermanos. El investigador Carlos Echeverría afirma que «los Hermanos actúan dentro del marco legal, pero su discurso contrario a la integración representa un peligro a largo plazo para la cohesión social». Esta amenaza se agrava por la falta de control sobre la financiación de mezquitas y asociaciones, ya que España carece de leyes tan estrictas como las que aplica Francia. España ha mantenido un enfoque relativamente liberal hacia las comunidades musulmanas, en parte por su pasado islámico y su compromiso con la diversidad cultural. Sin embargo, el creciente poder de los Hermanos ha generado alarma en los últimos años . Tras los atentados de 2017, el Gobierno reforzó ligeramente la supervisión de las mezquitas, aunque sin llegar al nivel de firmeza de Francia, que ha prohibido asociaciones ligadas a los Hermanos y expulsado a imanes radicales. Por otro lado, Vox ha exigido la prohibición de los Hermanos y el cierre de mezquitas relacionadas, considerándolos una amenaza para la seguridad nacional. Este discurso ha provocado división social, pues algunos temen que medidas tan duras alimenten el sentimiento de victimización entre los musulmanes, lo que podría fortalecer aún más a los Hermanos. Enfrentar su avance en España requiere una política equilibrada que combine firmeza en seguridad y control financiero con medidas de integración eficaces. La influencia de los Hermanos Musulmanes en España no es solo una cuestión de seguridad: afecta la identidad nacional y los modelos de integración. Ignorar este desafío puede facilitar su penetración, pero una represión excesiva podría generar aún más simpatía hacia ellos. Se necesita es una política inteligente, que defienda los valores de pluralismo de España, pero que establezca límites contra cualquier actividad que amenace la cohesión social. Con su historia única y su diversidad, España puede enfrentar este reto si sabe equilibrar libertad y seguridad con sabiduría.