Isabel Guerrero, la niña que visibilizó la realidad del cáncer infantil y dio voz a la necesidad de invertir en investigación, ha muerto a los 12 años como consecuencia del cáncer que padecía, ha informado este viernes la Fundación Cris contra el cáncer. «Su compromiso, su fuerza y su sonrisa van a continuar inspirando nuestro trabajo diario para que ningún niño o niña se quede sin opciones», recoge la fundación en un comunicado. Con solo 7 meses de vida, Isabel ingresó en el hospital con apenas 2,7 de hemoglobina y más del 70% de sus células en estado canceroso. Tenía leucemia del lactante, una de las más agresivas, con una tasa de supervivencia del 40%. Salió de la UCI en 24 horas, entró en remisión en cuatro semanas y recibió un trasplante de médula que utilizó a sus propios padres como donantes. Creció libre de tumor pero diez años después comenzó con dolores de cabeza que resultaron ser a causa de un tumor cerebral. Solo existían en el mundo 25 personas con ese tipo de cáncer e Isabel era la única española que lo padecía. Junto a su padre, Dani Guerrero, patrono de CRIS contra el cáncer , recorrió kilómetros, instituciones y medios de comunicación para concienciar sobre la importancia de la investigación y solicitar más recursos. Cuando Isabel fue diagnosticada de su primer cáncer, su padre, que también padeció cáncer, creó el movimiento #isabelados para recaudar fondos destinados a investigar el cáncer pediátrico y adolescente con el objetivo de que ningún niño muera por esta enfermedad. El cáncer pediátrico y adolescente es la principal causa de muerte por enfermedad en menores de 14 años en Europa, con 6.000 fallecimientos al año, y deja una huella profunda también entre los supervivientes: más del 60% de los 400.000 que han superado la enfermedad sufren secuelas o complicaciones crónicas. En España, cada año se diagnostican entre 1.500 y 1.600 casos y fallecen 200 niños, niñas y adolescentes por esta causa. Aunque la tasa de supervivencia supera el 80%, un 20% de los menores no responde a los tratamientos existentes o sufre recaídas, lo que pone en evidencia la necesidad urgente de desarrollar terapias más eficaces y menos agresivas. Para lograrlo, es imprescindible que las instituciones y la sociedad en su conjunto asuman el reto del cáncer infantil como una prioridad: impulsando la investigación, creando centros de excelencia, fomentando la cooperación internacional y garantizando recursos sostenidos para comprender mejor estas enfermedades y ofrecer a cada niño una oportunidad real de curación y calidad de vida.