La Unió Llauradora i Ramadera ha lamentado la formalización del acuerdo entre la Unión Europea y Estados Unidos que consolida la imposición de un arancel del 15 % sobre las exportaciones agrícolas europeas , sin incluir ningún producto sensible del sector en excepciones arancelarias, lo que constituye una «clara rendición política» frente a la presión estadounidense, arguyen. Así, la Unió destaca que el acuerdo presentado ayer facilitará la entrada en el mercado europeo de una amplia variedad de productos agroalimentarios estadounidenses como frutos secos, lácteos, frutas y hortalizas o carne de cerdo. Esto supondrá una « mayor competencia para las producciones nacionales , particularmente en el caso de los frutos secos y sobre todo la almendra, de la que España es ya el mayor importador europeo, con prácticamente un tercio de la almendra que la UE compra a los Estados Unidos«. El valor de las importaciones de frutos secos (almendras y nueces) procedentes de Estados Unidos a la Comunidad Valenciana alcanzó un valor el pasado año de 355 millones de euros —casi tanto como el total del valor agroalimentario exportado por nosotros allí— y supone un 19,7% del total importado por la Comunidad Valenciana en todos los sectores. Esta situación refuerza todavía más la petición reiterada por la Unió de obligar a empresas como las turroneras a etiquetar el origen de sus materias primas, en este caso, almendra y miel, para que no supongan un engaño a los consumidores y una burla a los productores valencianos, españoles y europeos. La organización agraria explica que sectores estratégicos como el vino y el aceite de oliva , pilares de nuestra exportación agroalimentaria, asumen el arancel del 15 %, sin que se les otorgue ningún alivio. Para la Comunidad Valenciana y España, el impacto es considerable para ambos sectores. En el caso del vino, el pacto amenaza con cortar la notable expansión (del orden del 30%) que el año pasado experimentaron las exportaciones españolas hacia Estados Unidos. En cuanto al aceite, «no puede perderse de vista que esta producción representa cerca del 30 % de nuestras exportaciones agrícolas hacia EE. UU. y que el arancel impuesto puede suponer un freno importante en ese mercado. Ello dependerá también del acuerdo arancelario al que Estados Unidos llegue también con otros países productores de aceite de oliva», esgrime la Unió. Además, la Asociación recuerda que el acuerdo no es bilateralmente equilibrado. La Comisión Europea no ha conseguido incluir ningún producto agrario europeo en la lista de «solo NMF» (arancel cero o casi cero), cuando algunos de ellos, como el propio aceite, no compiten significativamente con el sector agrícola americano. Por otro lado, la Unió ha mostrado su preocupación por el posible desarme de la aplicación del reglamento de deforestación para los exportadores de EE. UU., al dispensar a las producciones estadounidenses un «riesgo insignificante» de deforestación. «Es increíble hacer esta concesión mientras a los ganaderos europeos se nos va a traer de cabeza para cumplir este reglamento en nuestras granjas», critican desde la organización, opinando que es «otra muestra de que la Comisión Europea sigue apretando las tuercas a sus productores frente a sus competidores de terceros países». Algo parecido puede decirse de las negociaciones que se abrirán en relación con las barreras relacionadas con el condicionado sanitario y fitosanitario, sobre las que la Unió considera inaceptables cualquier licencia o flexibilización de normas aplicables en la UE para la entrada de productos de EE. UU. La Unió ha terminado preguntándose dónde deja este acuerdo las palabras de la Comisión Europea en su «visión para la agricultura y la alimentación» en la que afirmaba que la UE garantizará […] que el sector agroalimentario europeo no se encuentre en una situación de desventaja competitiva sin la correspondiente reciprocidad. «Si esto es lo que piensa hacer la Comisión para hacer un sector más atractivo, las generaciones futuras europeas se pueden ir despidiendo de su patrimonio agrario» señalan desde la organización, que sigue reclamando que la UE lleve a cabo una política comercial que proteja su modelo productivo, el más ético del mundo; que evalúe las consecuencias de este acuerdo sobre los productos afectados e instrumente medidas para contrarrestar los impactos negativos en los sectores vulnerables.