En los años ochenta y principios de los noventa, el culturismo era un espectáculo que no se podía imaginar fuera del contexto de las playas de California y su gran templo, el Gold's Gym. Allí entrenaban Arnold Schwarzenegger , Lee Haney y compañía, lo hacían rodeados de cámaras, turistas y periodistas de las numerosas revistas del imperio de Joe Weider . El culturista era una figura pública, un actor en potencia, alguien que exhibía cada serie y cada pose como parte de un espectáculo continuo. En este contexto y sin previo aviso, apareció un inglés desconocido, un tal Dorian Yates , quien no se dejaba ver en Los Ángeles, ni concedía entrevistas constantes, ni buscaba ser protagonista de ninguna portada....
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