Cuando el verano se despide y el aire empieza a oler a hojas secas, la naturaleza nos regala uno de sus tesoros más versátiles, reconfortantes y saludables: la calabaza. No es casualidad que se haya convertido en el emblema gastronómico del otoño, junto con las setas , y que inspire desde platos caseros hasta las propuestas más creativas de la cocina contemporánea. La calabaza es uno de esos ingredientes que merece ser aprovechado en su totalidad. En la cocina, su sabor suave y textura cremosa permiten infinitas combinaciones: va igual de bien con especias como la canela o el jengibre que con quesos curados, frutos secos, hierbas frescas o incluso toques cítricos . Y lo mejor: es un producto de temporada , lo que significa que cuando la consumimos en estos meses está más sabrosa y, además, es más sostenible. Es el momento perfecto para sacarle todo el partido . La calabaza no sólo conquista por el paladar, también lo hace por lo bien que le sienta al cuerpo. Rica en fibra, agua y antioxidantes, es una aliada natural para cuidar la piel, favorecer la digestión y reforzar el sistema inmunológico . Su alto contenido en betacarotenos, que se transforman en vitamina A, la convierte en un alimento especialmente interesante para proteger la visión y combatir el estrés oxidativo. Además, contiene vitamina C, potasio, ácido fólico y otros micronutrientes esenciales que contribuyen al bienestar general sin aportar muchas calorías. Esto hace que sea una base ideal tanto para recetas ligeras como para caprichos dulces que no necesitan excesos . Es, en definitiva, un ejemplo claro de ese «hedonismo saludable» que tanto nos gusta reivindicar: comer bien, disfrutar mucho y hacerlo de forma consciente. Si hay una palabra que define a la calabaza en la cocina, es versatilidad . Puede ser la protagonista de un plato o el ingrediente secreto que lo transforma todo. Es capaz de funcionar como crema , de convertirse en dados asados para una ensalada templada, de mezclarse en una masa para bizcocho o de darle alma a unos ñoquis artesanales. Tanto en recetas saladas como dulces, su sabor ligeramente dulce y su textura sedosa permiten jugar con contraste. Incluso quienes no se consideran muy «cocinitas» pueden animarse con ella: basta con hornearla, cortada por la mitad y ya se convierte en una base deliciosa para platos rápidos, bowls otoñales o incluso un relleno cremoso para empanadillas . La popularidad de la calabaza no ha hecho más que crecer en los últimos años y, por suerte, las ideas para incorporarla a nuestras comidas son cada vez más variadas e inspiradoras. Si necesitas ideas, echa un ojo a las 28 recetas con calabaza que te proponemos . Y si eres de los que disfruta cocinando con calma, puedes incluso organizar un «finde temático» para preparar varias versiones de calabaza : una para desayunar, otra para almorzar y otra para merendar. Ideal para reconectar con los sabores de temporada y convertir la cocina en tu pequeño santuario de bienestar.