A veces los milagros ocurren, y lo sucedido en el hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo hace unos meses bien podría serlo. La pericia de los cirujanos cardíacos de este centro permitió que una mujer de 44 años que sufrió una disección aórtica en mayo no solo salvase la vida, sino la del bebé que llevaba dentro. Un hito que la literatura médica ha descrito en pocas ocasiones y que se empezó a gestar cuando el equipo de profesionales médicos tuvo que tomar la decisión de operar a la mujer, sin practicarle una cesárea previa. Fue el pasado 1 de mayo cuando a las urgencias del centro olívico llegó una paciente, con un embarazo de 24 semanas, y una grave dolencia. Las primeras pruebas evidenciaron que se trataba de un síndrome aórtico agudo. En concreto, una disección aguda tipo A, «la variante de peor pronóstico» explican desde el Chuvi para contextualizar el caso. Con una incidencia de apenas 2-3 casos por cada 100.000 habitantes, el perfil más frecuente para este tipo de accidentes es el de un varón de edad avanzada, por lo que el caso al que se enfrentaban suponía todo un reto. De tomar las decisiones necesarias para blindar a la madre y al bebé se encargaron los doctores Francisco Estévez y Rocío Casais, del equipo de Cirugía Cardíaca, de la mano de los anestesiólogos José Luis Barreiro e Iria de la Torre. Con la implicación de un amplio grupo de profesionales de distintas áreas, tuvieron poco margen de tiempo para trazar la hoja de ruta a seguir. «Esta patología cardíaca presenta una mortalidad muy elevada en las primeras horas y requiere de una intervención quirúrgica urgente» inciden quienes estuvieron al mando desde que la paciente ingresó por urgencias. La decisión nuclear, dada la gravedad del caso, se basó en sopesar las opciones de la viabilidad del feto para decidir si la madre debía ser sometida a una cesárea o no. En este punto, y ante el riesgo de que bebé no sobreviviese o le quedasen secuelas, el equipo quirúrgico optó por realizar una intervención cardiovascular sin extraer al niño , conscientes de que esta operación obliga a una parada circulatoria que interrumpe temporalmente el flujo sanguíneo hacia el feto durante unos 30 minutos. Para preservar tanto los órganos vitales de la madre como del feto, los doctores indujeron a los dos organismos a una hipotermia controlada que bajó su temperatura corporal a los 28 grados. En este punto, inciden, el manejo de la presión arterial fue clave. Con el empleo de una máquina extracorpórea que sustituye temporalmente el funcionamiento del corazón y de los pulmones , los cirujanos trabajaron a contrarreloj para reparar el daño sufrido por la paciente y, poco a poco, devolverle la temperatura a su cuerpo. Dos semanas después, y tras haber pasado seis horas en la mesa de operaciones, la madre fue dada de alta. Y tres meses después, el 5 de agosto, una cesárea programada en el mismo centro hospitalario le permitió alumbrar a una niña que nació sana y sin ningún tipo de complicación . El caso, subrayan desde el Sergas, supone un hito en Galicia, al tratarse de la primera niña que nace en la Comunidad tras una cirugía de aorta con parada circulatoria durante la gestación. A nivel internacional, además, los casos descritos son muy escasos. Meses después, el hospital hizo público el caso, conscientes del milagro obrado por su plantel médico, y con una evolución favorable tanto en el caso de la madre como en la de la niña, que vino al mundo sin problemas tras un embarazo a término.