La Hermandad del Rocío de Pilas peregrinó de forma extraordinaria al Santuario de la Blanca Paloma el pasado fin de semana por el 375 aniversario de la primera estampa de la Virgen , una orla que con el lema: 'Soy de la hermandad de Nuestra Señora del Rocío de Pilas. se hizo en el año 1650' preside su Simpecado y marca su antigüedad entre las filiales rocieras. A diferencia de la peregrinación a pie que cada año realiza a finales de octubre, la hermandad trasladó el Simpecado en la carreta de bueyes , que ha sido mejorada y plateada para la ocasión, acompañada de una comitiva de más de sesenta carros, todos tirados por tracción animal , debido a las restricciones de paso de vehículos a motor por espacios naturales, por la ampliación de los protocolos de prevención de incendios del plan Infoca. Esta circunstancia no debilitó el ánimo de los pileños, que se hicieron en pocos días con carros y mulos de los pueblos del entorno y de la provincia de Huelva, muchos de ellos enganchados a la larga, lo que hizo rememorar los caminos rocieros de antaño . La histórica conmemoración se convirtió en toda una demostración del amor incondicional que profesa la localidad sevillana a la Reina de las Marismas. Poco después de las cinco de la mañana del viernes 24 de octubre, el Simpecado era entronizado en la carreta de bueyes, que con maestría manda la saga de los Bernal, a las puertas de la Parroquia de Santa María la Mayor , y a los sones del tamborilero, entre un gentío que barruntaba la trascendencia de la jornada. A pesar de la temprana hora, Pilas despidió a la hermandad como si de una mañana de mayo se tratara. La calle Blanca Paloma que marca la dirección hacia la marisma recibió a la comitiva engalanada con guirnaldas de luces y la despidió entre cantes por sevillanas y vivas a la Virgen, rezos íntimos y saltos de lágrimas de los que por motivos laborales o de salud quedaron en el pueblo y que prometieron con un «hasta luego» sumarse al final de la jornada a la impresionante llegada de la hermandad a la aldea almonteña . La tibia temperatura al lubricán, anunciaba calores de mediodía cuando la carreta pasó el arroyo y se adentró en los olivares, antes de los eucaliptos y las higueras, con el horizonte anaranjado del amanecer. Un café con roscos y pestiños, antes de cruzar la carretera, fue un grato adelanto de las atenciones que tendrían los hermanos mayores de romería con los peregrinos. Este año se trata de un grupo de doce jóvenes que demostraron durante la peregrinación ser un equipo unido y coordinado con la junta al servicio de la hermandad, pendiente de todos los detalles, incluido que no quedara ningún resto de basura al paso de la comitiva a pie. Bien parecía este octubre peregrino un mayo de romería cuando los jóvenes entonaron la popular pieza de los Romeros de la Puebla para el rezo del ángelus a media mañana y se cantaron sevillanas ante el Simpecado. Quiso la casualidad que otro inconveniente hiciera más histórico el camino, ya que la manipulación de unas colmenas en el trazado habitual obligó a la comitiva a dar un rodeo para pasar la senda de la 'casa del Bichero' , un camino por el que no pasaba Pilas desde finales de los años 90. Los más veteranos lo comentaban a los más nuevos en una brevísima parada en la que las tres carretas de bueyes que abrían la comitiva de carros dejaban alineadas una bellísima estampa campera. Cuando la hermandad llegó al enclave del Pino de los Mil Duros, punto donde estaba fijada la parada del almuerzo, el sol ganaba la partida a las sombras que con dificultad se repartía en el paraje la caravana. Apenas serían dos horas de convivencia, de compartir charla y costo, porque el tiempo apremiaba y la hermandad tenía fijada las ocho de la tarde como hora de llegada a la aldea almonteña. La tarde fue clemente, la brisa anunciaba la cercanía de la marisma y muchos de los peregrinos que llenaban los carros echaron pie a arena para acompañar al Simpecado desde El Moralejo al Ajolí . No pararon los tamborileros de tocar sevillanas abriendo paso a una muchedumbre que cada vez hacía más difícil a la yunta avanzar hacia el crepúsculo rosa que esperaba a Pilas en El Rocío. La salve, los vivas y el emocionado recuerdo «a los rocieros del cielo» que guiaron esta hermandad a través de los siglos, rompieron el silencio del atardecer marismeño en el puente, umbral del término almonteño, sobre un arroyo tan agotado por el seco otoño como los bueyes tras recorrer más de seis leguas. La Matriz ya esperaba en el Santuario. El campanil de Málaga la Caleta alertaba a la aldea de la llegada con retraso de la hermandad, que entraría alegre por el camino del Puente del Rey con los tamborileros delante y el coro junto al Simpecado, para ir directamente al Santuario por la Plaza de Doñana y la calle Almonte. Los drones de 'InturDron' para la retransmisión de 'Libetel TV' daban cuenta del momento desde el cielo oscuro de la noche cerrada. Cuando los peregrinos que estaban más cerca a la carreta, y coreaban el nombre de Pilas entre palmas, dieron la vuelta en la calle Moguer y divisaron toda la explanada del Santuario llena de gente, la emoción empezó a quebrar gargantas. Sólo era el principio de ese momento de la presentación ante la Virgen que no olvidarán los rocieros de Pilas por mucho tiempo. Una importante representación de la Matriz esperaba en la puerta, la carreta avanzó entre vítores y palmas hasta la rampa, sonaba la Salve rociera del olé en las gaitas de los tamborileros, se rezó la Salve, se sucedieron los vivas y se cantó el himno compuesto por Apolinar Real , del grupo 'Cantares', para la ocasión, cuyo estribillo queda para siempre como recuerdo de esta peregrinación extraordinaria: «Trescientos setenta y cinco Pentecostés que a Tí te veneran, trescientos setenta y cinco son los caminos hasta tu puerta, trescientos setenta y cinco son los años que en Pilas reinas»... Cantares tituló el himno ' Como un camino de antaño' y no pudo ajustarse más lo vivido por Pilas el viernes hasta llegar a la aldea. Fue entonces, en el momento más álgido de la celebración, cuando se desveló el secreto: el presidente de la hermandad pileña, Antonio Romero , con un «aquí traigo la fe de mi pueblo a la Patrona de Almonte» hacía entrega al presidente de la Matriz, Santiago Padilla, de un rostrillo para la Virgen diseñado por Javier Anguas a partir de un diseño rescatado de una antigua fotografía de la Virgen de los años 30. La bella pieza de bordado y pedrería fue del agrado a los almonteños que lo mostraron al público congregado y que estalló en aplausos, momento en que los bueyes dieron un último arreón para situarse en la misma puerta del Santuario. El rostrillo fue presentado a la Virgen antes de pasar a su ajuar, cuando ya la comitiva desfilaba hacia el Real hasta su cercana casa de hermandad. Los actos de la peregrinación extraordinaria continuaron el sábado con la misa del mediodía en el santuario y la convivencia en la casa de hermandad, en una jornada de confraternización y buen ambiente rociero, entre charlas de cómo fue el camino, de tantos recuerdos de romerías y proyectos futuros, alegres y satisfechos con esta peregrinación inolvidable, ejemplo de la devoción plena , sincera, perenne, humilde y ejemplar de Pilas a la Virgen del Rocío. El 375 aniversario no termina con la peregrinación extraordinaria sino que tendrá otra fecha señalada el 2 de mayo de 2026 , con el traslado del Simpecado a la Catedral de Sevilla, donde tendrá lugar una misa de acción de gracias como cierre de la conmemoración.