Sara Sorribes juega con su madre, Manoli, en una pista ambientada con murales de la tenista. Hay un intercambio potente y firme en la mano, y en su rostro, relajación, ilusión y risas. Hace apenas unas semanas, en un peloteo parecido, Sorribes (Castellón, 1996) no aguantó ni tres minutos. No podía. No podía. Ese no poder lo volcó en abril en un impecable texto manuscrito que le salió sin pensar: «Sufro desde hace meses dentro de una pista de tenis». Seis meses después, la castellonense se sienta con ABC y se abre sobre este proceso de pausa y vuelta al tenis (en Chile, 17-23 de noviembre) en una conversación íntima y emocional en la que se cuelan a ratos el...
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