A simple vista, los resultados obtenidos en las elecciones estatales y locales del martes deberían interpretarse como una buena noticia para el Partido Demócrata. En su conjunto –ganar los puestos de gobernador en Virginia y Nueva Jersey; poner coto en California a la manipulación de los distritos electorales para elegir a los miembros de la Cámara Baja; y la guinda de colocar a Zohran Mamdani en la Alcaldía de Nueva York – constituyen un mérito significativo, pero no una solución al dilema de cómo articular una alternativa política viable a partir de una oposición con un preocupante déficit de ideas y candidatos. A los demócratas les viene muy bien una inyección de moral. Hace justo un año, Trump y el...
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