Hiram Peón: Las nuevas tareas de las mujeres
En el día de la mujer recordamos lo que sucedió el año pasado.
A unos días que se declarara la pandemia las mujeres salieron a la calle, unidas, para exigir su derecho a vivir. Un día después se ausentaron de todas las actividades, tanto en el hogar como en las empresas, para denotar un día sin mujeres. Todos pudimos sentir que un mundo sin mujeres no es mundo.
En los siguientes días se presentó la pandemia, se hizo oficial el llamado a quedarse en casa y el movimiento desapareció de las páginas de los periódicos.
A las autoridades les “vino como anillo al dedo”. Un movimiento social que pudo haber crecido aún más, que pudo haber evolucionado en poder político, en contrapeso político, y que se disolvió en la nada.
A partir del movimiento habían muchas intenciones: crear una institución que represente a las mujeres en su interlocución con el gobierno. No sucedió porque, desde luego, al gobierno no le interesa.
Exigir que se establezcan bases jurídicas de protección a la mujer. No sucedió. Las que existen se ignoran y no se aplican. La discrecionalidad de la ley es la regla, se aplica de acuerdo al criterio de los ministerios públicos y los jueces.
Cambiar las leyes educativas para enseñar igualdad de genero en las escuelas. No sucedió.
Se sigue requiriendo establecer políticas públicas diferenciadas y efectivas, se requieren cambios en la legislación y acciones judiciales preventivas.
Ha pasado un año y al hacer un balance vemos, con dolor, que los legisladores del congreso del estado no se aplicaron en respaldar a las mujeres de Nuevo León.
Lo único que hicieron fue modificar, el 27 de noviembre del 2020, ocho meses después de la marcha de las mujeres, una ley emitida por Natividad González Paras en el año 2007 y que tiene por objeto: “prevenir, atender, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres, así como establecer los principios y modalidades para garantizar su acceso a una vida libre de violencia que favorezca su desarrollo y bienestar conforme a los principios de igualdad y de no discriminación”
No hay sensibilidad en las autoridades, en los legisladores, en los jueces.
A todo lo anterior tenemos que agregarle que, como producto de la pandemia, a las mujeres se les multiplicó el trabajo en el hogar. Ahora no solo tienen que ser esposas y madres, y muchas de ellas proveedoras del sustento familiar, sino que también tienen que cumplir con la función de educadoras.
Las tribulaciones son algunas veces demasiado pesadas. El marido trata de contribuir a lo que se necesita, pero atender a los hijos, y revisar sus tareas de primaria o secundaria, tal parece que no se les da.
Con el nuevo lenguaje que se utiliza en la enseñanza, se complica todavía más. ¿Usted sabe la primera regla de la sucesión numérica? ¿No? Pregúntele a un ingeniero, si quiere hacer más interesante el reto, pregúntele a un Economista.
El tema es que las maestras y maestros envían al correo de la mamá los pdf´s con las tareas y esperan que las mamás envíen los mismos pdf´s contestados, antes del lunes a las 4 de la tarde.
Se trata de que el niño o jovencito conteste las tareas. Pero si tiene una mamá preocupada por la educación, le espera revisar carpetas y carpetas, para asegurarse de que el niño cumplió con la parte que le toca.
Regresando al tema. Es un llamado a los hombres de la casa. Para que se modernicen y se den cuenta que las mujeres no necesitan que las protejan, ellas pueden solas, lo que importa es que se cumplan las leyes. Las tareas del hogar existen para ser compartidas, lo mismo que la educación de los hijos.
Mantengamos la esperanza. Hasta la próxima.
El autor es experto en comunicación corporativa y situaciones de crisis. Cuenta con un MBA del ITESM.
Opine usted: hirampeon@gmail.com
Twitter: @Hirampeon
Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.