Quieren evitar que corran a la sucursal
Jonathan Ruíz Torre expone las problemáticas en caso de que los clientes quieran sacar su dinero de los bancos tras la quiebra de Silicon Valley.
Hay que ponerlo en esos términos. Los banqueros del mundo quieren evitar que ustedes salgan a la calle, tomen su coche y se acerquen a la sucursal a sacar todo su dinero.
Le llaman a eso una corrida bancaria. Si hacen eso en conjunto y al mismo tiempo, no hay sistema que aguante. No hay manera porque su dinero no está guardado en billetes en una bóveda. Mucho de su dinero, sea el de la nómina o el de sus ahorros, está convertido en una pantalla plana pagada con tarjeta o en una casa respaldada en una hipoteca.
Es la razón de los bancos, es su función. El gobierno de México, como lo hace cada país, les brinda una concesión, un permiso para guardar capital de la gente, para luego prestarlo a otras personas que lo necesitan.
A los primeros les paga intereses, a los segundos les cobra intereses. La diferencia entre los que paga a ahorradores y aquellos que cobra a quienes sacan filo a su tarjeta, es el negocio de BBVA, HSBC, Banorte y todos los demás. La clave está en cobrar más de lo que pagan.
La Comisión Nacional Bancaria y de Valores cuida que de cualquier modo siempre haya suficientes billetes y dinero digital en “cash” para escenarios extremos. En México, esas autoridades hacen pruebas constantemente para ver si en un escenario hipotético cada banco soportaría una situación de estrés, una demanda sorpresiva.
¿Como cuál? Como la de un montón de gente haciendo transacciones en línea y en la sucursal para extraer su dinero repentinamente.
La versión oficial es que, basados en experiencias previas, los bancos en México no soportarían una circunstancia similar, sino que aguantarían incluso un golpe hasta casi cuatro veces más fuerte.
El mensaje de ayer de Victoria Rodríguez Ceja, gobernadora del Banco de México, institución que sella los pesos, es que hay un volumen suficiente de moneda nacional para aguantar ese enorme impacto. Lo dijo ayer en Mérida, Yucatán, durante la 86 Convención Bancaria.
En Estados Unidos, hubo casos específicos como el del Silicon Valley Bank que no se quedaron sin dinero, se quedaron sin liquidez. Vaya tienen clientes con créditos que deben cobrar para pagar a los ahorradores. Pero cobraron recientemente menos intereses de los que pagaron.
En un momento se quedaron sin suficientes “billetes”, cuando corrió la voz de que estarían apretados por la falta de “cash”, de flujo en caja. Muchos de sus clientes se enteraron y quisieron sacar su dinero al mismo tiempo.
No lo consiguieron, pero tres días después pudieron retirarlo cuando la Reserva Federal de Estados Unidos puso esa liquidez. Luego habrá de arreglarse legalmente con ése y con otros bancos. En Europa, Credit Suisse cayó en un caso similar y el Banco Central de Suiza saltó al ring para poner 50 mil millones de francos a disposición de clientes del afectado.
Si ustedes piensan que los bancos están en riesgo, están en lo cierto, pero lo han estado siempre. Lo de hoy, si bien aumenta esa sensación, no se compara con 1995 en México o 2009 en Estados Unidos, un año en el que el experimentado Ernesto Zedillo, en pleno Davos y ante el Foro Económico Mundial, pidió salvar al sector financiero antes que nada y de una vez por todas. Algo avanzó la regulación de este negocio desde entonces.