El presidente y la comentocracia
Entre distorsiones de la verdad, es difícil identificar temas de interés común que motiven un encuentro social.
No estamos dialogando sobre el país y su funcionamiento real como exigen las circunstancias; la conversación pública entre las clases medias y sectores que buscan enterarse está polarizada, como en muchos otros países, con una peculiaridad; las posiciones extremas en otras experiencias tienen que ver básicamente con la incapacidad del Estado para responder a las exigencias sociales.
En México, además de las limitaciones del Estado, está en marcha un proyecto de transformación que, se esté o no de acuerdo con su orientación y propósitos, ha trastocado el orden y los intereses creados desde el salinato, hace más de treinta años.
La conversación está además, aderezada por la espectacularidad que busca diariamente el presidente, supuestamente pedagógica para sus bases pero despectiva para las clases medias. Al denostar políticas y personajes del pasado, él mismo resta la atención que requieren y merecen sus políticas y estrategias en marcha.
Las respuestas -también cotidianas- que reciben los señalamientos acusatorios del presidente a través de los medios de comunicación por parte de la comentocracia- también suelen ser exageradas y con frecuencia, falsean sus dichos.
Un ejemplo reciente de este diálogo del presidente con sus detractores: la suspensión judicial de tramos del Tren Maya llevó al presidente a decir que la SCJN querría neutralizar al poder Ejecutivo, lo que sería, agregó sin razón, “un golpe de Estado técnico”; de ahí, Joaquín López Dóriga (Milenio 30/05/2023) escribió -también sin razón- que el presidente acusaba a la Corte de instigar un golpe de Estado “con todas las implicaciones que esto pueda conllevar además de comprometer en el tema a las fuerzas armadas” ¿??¿
Entre tales distorsiones de la verdad, es difícil identificar temas de interés común que motiven un encuentro social, como sería contribuir a que el país se dirija a un desarrollo más justo que asegure un mayor bienestar social; en la confusión colectiva, lo que ocurre es que cada grupo o persona persigue o defiende su particular interés, cuyo denominador es el dinero y el poder para obtenerlo.
Ni las redes sociales, ni la prensa y noticieros en general y menos los partidos políticos aportan datos y reflexiones para mejorar el ambiente político en el que se distinga lo trascendente, que es el alcance de las políticas públicas que afectan, para bien o para mal, la vida de la gente.
Un hecho innegable es que la comunicación por redes y otros medios masivos han gozado de total libertad para cumplir su papel de contrapeso al gobierno, que es investigar y revelar actos de corrupción, violaciones de los derechos humanos y otros casos de mala conducta por parte de las autoridades a las que pueden exigirle transparencia y rendición de cuentas a condición de que proporcionen información objetiva y verificada.
La relación entre el presidente y la comentocracia es la que está afectada por las faltas del presidente cuando acomete contra sus críticos, pero también porque la mayoría de éstos contribuye mal al desarrollo de una opinión pública informada, analítica y reflexiva.