Enrique Silva: “Wag the Dog”
Tácticas de distracción para apartar la atención pública de problemas más urgentes.
“Wag the Dog” es una película estadounidense basada en la novela del autor norteamericano Larry Beinhart cuya trama se centra en un escándalo sexual que amenaza la reelección de un presidente de Estados Unidos a pocos días de las elecciones. Ante esta inminente crisis política, un asesor de la Casa Blanca y un productor de Hollywood elaboran una estrategia para distraer a la opinión pública: crear una guerra ficticia con Albania.
La expresión “Wag the dog” ha trascendido su origen literario y cinematográfico y se ha convertido en un recordatorio de cómo la política a veces se moldea mediante ilusiones y distracciones. Popularizada por el filme, encapsula la idea de crear distracciones, a menudo ficticias, para apartar la atención del público de asuntos más apremiantes para aquellos en el poder.
En México, este fenómeno es conocido como “la caja china”, haciendo referencia a tácticas de distracción para apartar la atención pública de problemas más urgentes o controvertidos. Muchos, si no es que todos los expresidentes mexicanos, incluido el actual presidente López Obrador, han usado esta técnica para cambiar la narrativa pública siempre en la dirección que les conviene.
Esta estrategia de comunicación política adopta diversas formas, desde la creación de crisis externas hasta la exageración de amenazas percibidas. La intención es clara, desviar la atención y dirigir la conversación hacia terrenos más favorables para sus fines. En otras palabras, se busca poner en primer plano un asunto secundario para que acapare la atención y eclipse temas más sustanciales o problemáticos. La línea entre la realidad y la ilusión se vuelve borrosa, desafiando a los ciudadanos a discernir la verdad en medio de la neblina de la manipulación.
La noción subyacente es la de crear una cortina de humo, donde la atención se centra en un elemento específico mientras cuestiones más críticas quedan en segundo plano sin recibir la atención debida.
Desafortunadamente, pareciese que su uso está más encaminado a ganar tiempo o distraer la atención que ha resolver los problemas de los que intentan distraer a la población.
Desde la perspectiva del poder político las razones para su uso son variadas: mantener una apariencia de estabilidad y seguridad nacional, lo que conlleva a una falsa sensación de calma al desplazar la atención de los problemas reales hacia eventos fabricados.
En momentos en que la imagen del gobierno o del agún personaje de alto perfil se ve amenazada por escándalos o crisis, se usa para crear una distracción, lo que puede permitir la recuperación de la confianza pública. Sin embargo, en situaciones donde los problemas son abrumadores o inmanejables, el uso de tácticas de distracción puede evitar la confrontación directa, lo que propicia que los problemas se acumulen o crezcan.
El uso de estrategias similares a “Wag the Dog” puede tener consecuencias que aparentemente favorezcan a los gobiernos; sin embargo está claro que orquestar narrativas ficticias capturan la atención y cambian la percepción pública, pero no resuelven los problemas.