Avance de la inteligencia artificial, pero ¡cuidado!
El desconocimiento del resultado de la confluencia de varios factores produce dos futuros antagónicos en torno a la inteligencia artificial: uno utópico y otro distópico.
Hace ya varios años, voces disidentes sobre el rumbo de la humanidad vienen alertando sobre el desarrollo poco controlado de los avances a gran escala en materia de inteligencia artificial (IA).
Con el surgimiento del chatbot conocido como ChatGPT (y su versión GPT-4) en el 2022, una versión bastante mejorada de sus antecesoras (GPT-3.5 y anteriores), se han materializado por lo menos dos de las previsiones de alerta que hicieron ver aquellas voces.
La primera es la fascinación que causa en grandes sectores de la población esta forma de comunicación, especialmente en las nuevas generaciones, que ven la posibilidad de interactuar en muchas facetas de la vida por medio del chatbot. Desde la diversión hasta la educación son parte de los usos más extendidos que se le ha dado y gana de manera acelerada adeptos cada día.
La segunda es la sensación de pérdida de control sobre las consecuencias que este tipo de avances de la IA pueden tener en diferentes campos de la vida. La semana pasada, con más de un millar de firmas de apoyo de investigadores, empresarios y profesores, incluidas las de Elon Musk, CEO de SpaceX, Tesla y Twitter; Steve Wozniak, Cofundador de Apple; y Yuval Noah Harari, escritor futurista y profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén, se hizo pública la carta abierta “Pausar experimentos a gran escala de IA”.
La misiva alude directamente a detener la aplicación de las versiones superiores al GPT-4 que ya están en fase experimental, hasta tanto no se regule su actividad y se establezcan algunos códigos de ética en el uso de estas. Particularmente, la Unión Europea está apostando por una regulación ética profunda en el campo.
Incertidumbres críticas y tendencias
Pero ¿qué es lo que ha sucedido en torno a esta nueva tecnología de IA? Bueno, en materia de estudios, de lo que puede pasar en el futuro, los prospectivistas trabajamos con algo que se llama incertidumbres críticas y tendencias.
En el caso de las tendencias, son señales cuyas consecuencias son previsibles con suficiente antelación para brindar una respuesta como sociedad. No obstante, las incertidumbres críticas son acontecimientos diferentes.
Una incertidumbre crítica se genera cuando en un momento y lugar determinados confluyen una serie de agentes de cambio, por ejemplo, una pandemia que coincide con una economía débil, desigualdad social alta, conectividad deficiente y una cultura de la presencialidad que puede ocasionar muchos cambios, algunos de los cuales ni veíamos venir.
Ahora y con respecto a la IA, la preocupación de los firmantes es la confluencia de un mundo afectado por la pandemia, donde subsisten enormes desigualdades, las redes sociales carecen de control, floreció la posverdad, la estrategia comercial de grandes empresas es recuperarse rápidamente y volver a crecimientos extraordinarios, la educación sufre problemas de calidad y un conjunto de nuevos empleos no tienen regulación, todos estrechamente relacionados con este motor de transformación mediante la IA.
Dicho de otro modo, la humanidad desconoce los resultados que la confluencia de todos estos factores traerá. Entonces, se producen dos futuros casi antagónicos. Uno utópico, que señala que esta inteligencia resolverá los problemas y necesidades que la inteligencia humana no ha podido. El otro es el distópico, que dice que nos enrumbamos hacia la creación de una especie de realidad paralela, fundamentada no en la verdad, sino en la posverdad, es decir, la verdad como aquello que creemos cierto, aunque no lo sea.
De acuerdo con el profesor, científico y futurista Vivek Wadhwa, de Silicon Valley, este chatbot se puso en el mercado para su comercialización en una etapa prematura, cuando carece de pruebas suficientes y, por eso, presenta algunas inconsistencias.
Sin embargo, el chatbot es muy útil si existe un uso bien definido, supervisado y cuyos resultados sean revisados con criterio. Básicamente, la exploración de lo que no se conoce es lo que crea, a mi juicio, los mayores problemas. Es decir, cuando alguien no sabe de una temática y se apoya en el chatbot para desarrollar un ensayo o crónica, ¿cómo sabe que lo que se indica es cierto?
Ejercicio personal
Para probar esta hipótesis, hice un ejercicio sobre un caso personal. Le pedí al chatbot una crónica del estudio que coordiné en el 2020, que se llamó Escenarios de Costa Rica al 2040: hacia una nueva normalidad. Puedo decir que el 95 % de lo que expresa la crónica es fiel a la realidad, solo que para efectuar ese estudio entrevisté a dos expresidentes de la República; entonces, cuando la crónica sale, indica el nombre específico de algunos exmandatarios de Costa Rica, pero estos no fueron consultados.
¿Cuál fue la falla? Bueno, que en la presentación del estudio se indica que participaron varios expresidentes, por tanto, el algoritmo asocia expresidentes con los nombres de estos y los cita; por ello, aparecen algunos que no fueron parte del estudio.
El dato se corrigió porque se contaba con el conocimiento pleno de la situación. La pregunta es qué pasaría si la persona que pide la crónica no tiene ni idea del tema; probablemente, daría por cierta la información y así la divulgará.
Por ello, considero este chatbot útil, pero no de uso masivo. Creo que, particularmente en la educación, surgen retos muy calificados para los docentes, pues en sus manos estará supervisar y desarrollar competencias en los estudiantes para apoyarse en las herramientas tecnológicas que sin duda serán parte del proceso de enseñanza-reflexión-aprendizaje que nos espera.
Como indicaba al comienzo de este artículo, se siente en el mundo una preocupación significativa por el rumbo que pueda tomar la inteligencia artificial; sin embargo, está claro que, como plantea el escritor y científico francés Joël de Rosnay, presidente de Biotics International, empresa consultora especializada en el efecto de las nuevas tecnologías en las industrias, la IA traerá consigo un “ser humano aumentado” más allá de como lo hicieron las tecnologías y desarrollos anteriores.
El autor es doctor en Gobierno y Políticas Públicas.