Sánchez inicia la campaña electoral a palos contra Iglesias y Rivera con los que el 11-N querrá pactar
Comienza la precampaña electoral de los comicios del 10 de noviembre que Pedro Sánchez y solo él ha querido provocar, convencido de una importante mejora del PSOE y de una caída notoria de los resultados de Podemos y Cs, lo que está por ver. Y lo que también podría beneficiar al PP si al desplome de Cs se le suma otro similar de Vox.
En la noche del 10-N puede pasar de todo porque nada está escrito y aún falta la campaña electoral y los famosos debates televisivos que suelen ser determinantes. Y donde, en anteriores ocasiones, Pablo Iglesias y Albert Rivera consiguieron mejorar las posiciones iniciales que les ofrecieron las encuestas.
Y hay que ver si, finalmente, Íñigo Errejón decide presentarse a estos comicios lo que sin duda afectaría a los resultados del PSOE y Podemos. Sobre todo una vez que muchos votantes de la izquierda hoy se sienten defraudados por el fracaso de un pacto de Gobierno de izquierdas entre Sánchez e Iglesias.
Dos políticos y dos partidos, PSOE y Podemos ahora muy enfrentados que después del 10-N van a tener muy difícil recomponer sus relaciones para la formación de un Gobierno de la izquierda. Sobre todo si Sánchez insiste en oponerse a un gobierno de coalición con Iglesias porque dice que ello ‘le quita el sueño’.
Y porque, como ya lo ha anunciado, en esta ocasión Iglesias pediría ser el primer vicepresidente del Gobierno y ministerios importantes para su partido aunque en esta ocasión tenga menos diputados. Porque, si finalmente Podemos sigue teniendo la llave del Gobierno de la izquierda, Iglesias dirá que si su posición sigue siendo decisiva ahora p su influencia será mayor. De lo contrario Sánchez tendrá que gobernar con la derecha de PP o Cs, o dar paso a otro candidato del PSOE.
Tampoco será fácil un acuerdo de Sánchez con Rivera porque ambos se han dicho de todo y porque ello, para empezar, le obligaría a Sánchez a romper el actual pacto de Gobierno del PSOE con PNV y Bildu en Navarra, cambiar su política catalana y renunciar a la subida de los impuestos.
Quien está optimista es Pablo Casado desde el PP que ha decidido moderar su discurso político para distanciarse de Vox y para acercarse al centro de la política en clara competencia con Cs. Partido al que el PP no cesa de atacar y presionar con su oferta de coalición en España Suma. Lo que Albert Rivera rechaza. Y que en contra de los que dice Casado no está claro que un pacto electoral PP-Cs sume más escaños porque ello dejará el centro político vacío y al alcance del PSOE.
Lo que sí está claro es que si se hace pública la sentencia del juicio del golpe catalán en octubre, como estaba previsto, en ese caso este debate entrará de lleno en la campaña electoral. Y dañará al PSOE por los pactos que Sánchez hizo con los golpistas de ERC y PDeCAT. Y porque Sánchez tendrá que pronunciarse sobre los posibles indultos a los golpistas que resulten condenados en el Tribunal Supremo.
Un territorio el catalán donde se está construyendo un interesante partido catalanista, con restos y ex dirigentes de PDeCAT y de Unió, aunque no da la impresión de que puedan estar listos para entrar en liza electoral el 10-N. Pero está claro que está nueva formación política a quien va a perjudicar y mucho será a Puigdemont y Torra, facilitando el liderazgo de Junqueras en el ámbito separatista catalán.
Quedan pues 50 días para la jornada electoral del 10 de noviembre y ese es mucho tiempo en el que todavía muchas cosas pueden cambiar. De hecho eso ya está ocurriendo porque Sánchez con gran descaro va a desbloquear los fondos autonómicos con los que chantajeaba al PP para conseguir que se abstuviera en su investidura.
Y algo parecido y con dinero público parece que piensa hacer Sánchez con los funcionarios y los pensionistas para mejorar su resultado electoral. Lo que no deja de ser escandaloso al tiempo que tampoco le garantiza el que por esos ‘regalos’, una vez recibidos, más españoles le vayan a votar.
Sánchez cree que estas elecciones serán para él y para su partido un ‘paseo militar’ y un tormento para Iglesias y Rivera a los que a partir del 11-N los tendrá que llamar y pedir ayuda a su investidura, salvo que intente un pacto de ‘gran coalición’ con el PP. Algo que en Alemania suele ser frecuente pero que en España no ha ocurrido jamás.
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