La operación de Afganistán y los fondos de la UE, claros éxitos de Sánchez frente a una desconcertada oposición

El pasado 21 de julio de 2020 el presidente del Gobierno Pedro Sánchez fue recibido en La Moncloa con aplausos de sus ministros tras conseguir en Bruselas el buen acuerdo de los 140.000 M de los fondos de la UE para la reconstrucción económica de España. Y, ahora, con el exitoso final de la repatriación de afganos y españoles de Afganistán, es muy posible que el próximo martes se repitan esos aplausos en el Consejo de Ministros que dará paso a un intenso curso político otoñal.

Donde se repetirán los aplausos a Sánchez será el 40 Congreso del PSOE que se celebrará en Valencia a partir del 15 de octubre y se convertirá en un acto triunfal para el relanzamiento electoral de Sánchez y del PSOE en pos de su recuperación en los sondeos electorales.

En el haber de la Oposición, en el último año, apenas figura como un hecho destacado la victoria de Isabel Ayuso en las pasadas elecciones de Madrid, con clara derrota del PSOE, el hundimiento de Cs, y la definitiva retirada política de Pablo Iglesias. Una bendición para Sánchez, que abrió la crisis del Gobierno donde se incluyó la caída del ‘poderoso’ trío de La Moncloa, Carmen Calvo, José Luís Ábalos e Iván Redondo.

A los que se sumaron los ministros de Exteriores, Justicia, Educación, Portavoz, Cultura y Ciencia. Y lo que constituyó el reconocimiento, por Sánchez, del desgaste del Ejecutivo que, renovado y con la presencia de Yolanda Díaz como vicepresidenta segunda en nombre de UP, ahora se dispone a afrontar el nuevo curso político del otoño.

En el que, como ‘platos fuertes’, están previstos: la aprobación del nuevo SMI al que se opone la patronal de la CEOE, con un Garamendi debilitado por su apoyo a los indultos; la ‘mesa de diálogo’ catalana de septiembre; la negociación de los PGE de 2022; y la decisión que deberá adoptar la Sala Tercera del Tribunal Supremo sobre los recursos que, contra los indultos que Sánchez concedió a los golpistas de Cataluña, han presentado PP, Cs y Vox.

La crisis de Afganistán le ha permitido a Pedro Sánchez recuperar su escasa imagen en la política exterior con reconocimientos de la UE y del presidente Joe Biden de los EEUU, a lo que se ha unido el discurso conciliador del Rey Mohamed VI de Marruecos.

Lo que permite superar la crisis de Ceuta (y la presencia del jefe del Frente Polisario en España, Brahim Ghali) mientras continúan los problemas legales para la devolución a Marruecos de jóvenes marroquíes que aún permanecen en Ceuta, lo que tarde o temprano ocurrirá.

Pero al presidente y a su nuevo Gobierno le esperan dos importantes y nada fáciles desafíos nacionales en la batalla contra la pandemia del covid-19, en la que está pendiente el cierre del primer proceso de vacunación y a la vez la anunciada tercera ronda de vacunas. Y ello cuando se mantiene aunque a la baja, una alta incidencia de los contagios y un elevado número de muertes.

Asimismo, se espera la recuperación de la economía y del empleo -que son los argumentos que se exhiben para la subida del SMI- pero que tardarán en llegar a la economía real, empresarial y familiar del país.

Y ya veremos que ocurre con la ‘mesa de diálogo’ catalana donde volverán las reivindicaciones imposibles de amnistía y autodeterminación. Y donde se plantearán nuevas ayudas económicas de Cataluña y control de la frontera española del Prat, además de los 1.700 M de inversión para la ampliación del aeropuerto catalán. Lo que también se ha prometido para el aeropuerto de Barajas en Madrid sobre lo que no existe aún ninguna propuesta oficial.

La Oposición a remolque

Una operación, la de Barajas que pronto exigirá la presidenta madrileña del PP, Isabel Ayuso, que sigue a la expectativa y en la estela del liderazgo de Pablo Casado. El que, aunque se mantiene primero en la intención de voto de las encuestas por delante del PSOE, no acaba de romper del todo el techo electoral del PP, y ello muy a pesar del hundimiento de Cs.

Partido con el que Casado no ha alcanzado un acuerdo de integración para asegurar el pleno trasvase de los votos de Cs al PP. Como tampoco parece lograr Casado el traspase de votos moderados del PSOE a su partido como sin embargo ocurrió en Madrid bajo el liderazgo de Ayuso.

Lo que hace que la presidenta madrileña siga siendo una amenaza para la candidatura de Casado en las elecciones generales. Una operación en la que ya estarían implicados Aznar, Alvarez de Toledo y medios conservadores que consideran que el tirón electoral y populista de Ayuso, podría consolidar y aumentar la ventaja del PP sobre el PSOE de Sánchez.

Y lo que ya veremos si se refleja en la anunciada Convención del PP en este otoño que comenzará el 2 de octubre en Valencia, y donde los agitadores internos de Ayuso y medios afines no perderán la ocasión de promocionar a la madrileña.

Un Casado que, como líder de la Oposición, ha estado reticente a la hora de reconocer los éxitos de Sánchez en los fondos de la UE y en Afganistán. Y que tiene un equipo directivo muy escaso en preparación y empuje político, con el que marcan distancias los barones y presidentes de Andalucía y de Galicia, Moreno y Feijóo.

Al tiempo que crece la tensión entre PP y Vox por la crisis de Ceuta y otras discrepancias y mientras en Cs Arrimadas y su adjunto Bal siguen actuando patética manera en la oposición. Y sin visos alguno de posible recuperación, tras sus errores en Murcia y en Madrid y cuando las encuestas nacionales les otorgan uno o cero diputados.

Lo que podría provocar una nueva oleada de trasvases de dirigentes de Cs -en Madrid y en Andalucía- hacia el PP, lo que se convertiría en el final de este partido cuya auto destrucción es responsabilidad exclusiva de Albert Rivera e Inés Arrimadas.

Ello por causa de la desmedida ambición y ceguera de Rivera -que pudo haber sido vicepresidente del Gobierno e impedido el pacto de PSOE y UP en abril de 2019-; y por los errores  Arrimadas con los que ambos perdieron la gran oportunidad histórica de consolidar el centro político español, que ahora se extingue en favor del regreso del bipartidismo nacional.

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