Sánchez llamará esta semana a Iglesias y Rivera mientras Rajoy se reafirma en su candidatura
“Incluso aquellos que votaron hace 48 horas a favor de su candidatura han dicho que lo hicieron por el bien de España, pero no porque confíen en usted, señor candidato”, recordó Sánchez en el minidebate del viernes previo a la segunda votación de investidura de Rajoy, para subrayar que ni siquiera Ciudadanos está convencido de que el candidato del PP siga liderando el Gobierno y la supuesta regeneración, bastante tocada, por cierto, tras la propuesta del exministro Soria para ocupar un cargo en el Banco Mundial.
“La responsabilidad de todos y cada uno de los diputados que conformamos todos los grupos políticos del cambio es la de ofrecer una solución a este país, al atasco político en que lo ha introducido Mariano Rajoy. “Si actuamos todos con altura de miras y con generosidad estoy convencido de que encontraremos la solución y no les quepa duda de que el Grupo Socialista formará parte de esa solución”, aseguró Pedro Sánchez desde la tribuna de oradores, lanzando lo que todo el mundo interpretó como una invitación a Podemos y Ciudadanos para articular esa alternativa. De hecho, ese mismo día se confirmó que Sánchez se pondría en contacto esta próxima semana con Pablo Iglesias y Albert Rivera para sondear su parecer respecto a posibles salidas al “atasco político". De todas formas, fuentes socialistas negaron la interpretación de que Sánchez estuviera ofreciendo liderar una candidatura a la presidencia del Gobierno e hicieron hincapié en que "buscar una solución" al bloqueo "no es lo mismo que formar un alternativa" para gobernar.
Lo cierto es que Sánchez se topa con la barrera impuesta por el Comité Federal, el máximo órgano entre congresos del PSOE, que decidió en su reunión posterior al 26-J que el partido permaneciera en la oposición y no se embarcara en nuevas aventura como la protagonizada por el secretario general en la anterior legislatura, cuando ensayó su propia investidura sin los apoyos necesarios y sufrió un sonado revolcón parlamentario. Ahora que su archienemigo, Mariano Rajoy, ha pasado por la misma humillante experiencia, Sánchez parece decidido a salir de su inmovilismo para explorar qué están dispuestos a hacer Podemos y Ciudadanos con tal de evitar unas terceras elecciones.
El líder socialista solo tiene que respetar otras dos líneas rojas que estableció el Comité Federal del 28 de diciembre, el posterior al 20-D: no pactar con el Partido Popular y no apoyarse ni por activa ni por pasiva en partidos independentistas. El papel de Podemos, partidario del referéndum de autodeterminación en Cataluña, plantea bastantes suspicacias pero Sánchez quiere centrarse en las coincidencias y no en lo que les separa, planteando un paquete de medidas corto y concreto en el que queden aparcados asuntos como los referéndums por la independencia en distintas comunidades autónomas como defienden Podemos y sus confluencias.
De lo que se trataría es de poner el énfasis en el objetivo común de echar al PP y a Mariano Rajoy para que después cada fuerza del cambio defienda sus intereses y aspiraciones. Cómo se concretaría eso en una oferta concertada entre todas esas formaciones es la gran pregunta para la que ni Sánchez ni fuentes de su partido tienen respuesta por ahora. Tanto es así que algunas fuentes socialistas consideran que lo único que ha hecho el secretario general es volver a ganar tiempo ante el debate interno en el PSOE que amenaza su liderazgo, una maniobra de supervivencia cuya efectividad en la práctica es más que discutible pero que a él, personalmente, le está dando resultado.
Aunque cada vez son más los dirigentes territoriales del PSOE que abogan por celebrar un Comité Federal para discutir la posición del partido, solo el presidente de Extremadura, Guillermo Fernández-Vara, se ha atrevido a pedir públicamente la abstención para investir a Rajoy. De ello se sirve la dirección socialista, que ha llegado a retar a los 'barones' a que "recojan firmas" para forzar la reunión del Comité, ya que no entra en los planes del secretario general convocarlo al menos hasta después de las elecciones vascas y gallegas del 25 de septiembre. Según los Estatutos del PSOE, bastaría que lo pidiera un tercio de los 295 miembros del Comité Federal para que la Ejecutiva tuviera que convocar obligatoriamente a este órgano, que decide las grandes líneas políticas del partido.
La disidencia en el PSOE y las alertas de Rajoy contra el populismo
En el caso de que el Comité Federal se celebrara sin esperar al 25-S, no se descarta que la presidenta andaluza, Susana Díaz, aproveche para defender la vía de la abstención para evitar las terceras elecciones. Díaz contaría en ese cónclave con el presidente asturiano, Javier Fernández; el castellanomanchego, Emiliano García-Page, el extremeño, Guillermo Fernández-Vara, el valenciano Ximo Puig y el aragonés Javier Lambán. Todo ellos están más que dispuestos a secundar su tesis de que hay que hacer lo que sea necesario para no volver a las urnas por tercera vez en un solo año. Y el impacto contra Sánchez, que se ha empeñado en el “no es no” a Rajoy con tanta fuerza que ha cerrado todos los resquicios que conducían a un posible cambio de postura, sería tal que podría obligarle a dimitir.
Los expresidentes Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero son los mayores defensores de que el PSOE cambie de posición para evitar unos nuevos comicios. "Pactar no es traicionar", insistía este sábado Zapatero. Entre los partidarios de negociar la abstención se habla ya de las contrapartidas políticas que debería exigir por ello el PSOE y algunos como el senador andaluz José Martínez Olmos, las han empezado a exponer en las redes sociales. Martínez Olmos propone diez condiciones, la primera, que sea una "legislatura corta con la apertura de la ponencia constitucional para una reforma de la Constitución que blinde derechos y resuelva el desafío territorial". Sustituir la reforma laboral por otra pactada, reunir con urgencia el pacto de Toledo para garantizar la sostenibilidad de las pensiones sin recortes, subir el salario mínimo, derogar la "ley Wert" y la "ley mordaza', eliminar aforamientos y apartar de la vida pública a sospechosos de corrupción como Rita Barberá son otras de esas condiciones.
Entretanto, el todavía presidente en funciones del Gobierno, Mariano Rajoy, no tiene dudas sobre sus planes de futuro. “Si lo que se persigue es mi renuncia, no renuncio a querer ser presidente y quiero volver a ser candidato en las elecciones”, ha confesado a los periodistas que le acompañan en su viaje a China, a quienes ha asegurado que ni Sánchez ni Rivera le han pedido su retirada como condición previa para facilitar la formación del Ejecutivo."No voy a renunciar al derecho del PP a formar gobierno", ha insistido, dejando claro que será con él al frente. "Estoy estupendo", ha dicho quitando importancia a su derrota en la votación del pasado viernes: "Se ha perdido y punto".
Después, ha vuelto a echar mano del discurso del miedo para dar un discurso cargado de ataques hacia las formaciones que él denomina 'populistas', acusándolas de ser el obstáculo fundamental que impide realizar las reformas que conducirían a un crecimiento económico. Lo ha hecho ante el resto de líderes del G-20, en la cumbre de la ciudad china de Hangzhou, donde ha subrayado que un bajo crecimiento económico es la causa del auge de los populismos y, paradójicamente, los populismos son los grandes enemigos de las reformas estructurales que generan crecimiento. Aunque no ha hecho una mención directa a Podemos, Rajoy ha acusado al partido de Pablo Iglesias de dañar la recuperación por dificultar la puesta en marcha de los recortes que, según él, garantizan la buena evolución de la economía. "Con economías más resistentes, reformas y mejor coordinación económica, podemos dar mejor respuesta a los riesgos que amenazan el crecimiento", han sido sus palabras.
Rajoy ha recalcado que España es un ejemplo de ello, porque "la puesta en marcha de una ambiciosa agenda de reformas en el sector financiero, mercado laboral y la administración, y mercados de bienes y servicios, ha permitido sacar al país de la situación extrema en que se encontraba hace cuatro años". Así, tras volver a levantar la alerta frente a lo que denomina 'populismos' ha aprovechado para asegurar que sus políticas de recortes convierten a España en líder del crecimiento y la creación de empleo en la zona euro. En concreto, ha explicado que en 2015 el país creció un 3,2%, y el dato del segundo trimestre de 2016 mantiene ese ritmo de crecimiento en términos interanuales, según su argumntación, pese a que la cifra del paro en agosto se ha anotado una subida de cerca de 15.000 personas. Indiferente a la debilidad del mercado laboral y a las incertidumbres que genera la ausencia de un modelo productivo que supere las carencias que condujeron a la última gran crisis, Rajoy ha asegurado que "ese crecimiento es sano. Crecemos y creamos empleo sin desequilibrar nuestras cuentas exteriores".
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