Nadal asusta
Sobre todo con un tenis como el que exhibe estos días en París. Sublime desde todos los ángulos ante Gasquet, a quien le pesa como una losa el balance de 15-0 en contra, hoy ya 16, todos los jugados, pero que intentó hallar alguna manera de entrar en la pista, en el juego, en la historia de este Nadal camino de su undécimo título parisino. Pero a pesar de que su revés a una mano sigue haciendo daño y sus cambios de altura forzaron a un poco más al número 1, Gasquet se marcha con la sensación de que solo ha sido un invitado a la fiesta del español, solo un escalón más en una escalera mecánica hacia el cielo. El francés logró su primer punto en el cuarto juego del primer set, que no perdió por 6-0 -5-0 en quince minutos- porque a Nadal le entró un bajón con su saque y el orgullo espoleó al diestro. Y para regocijo de la grada, muda ante el recital, más animada porque habría más tenis en la Chatrier.
Nadal no solo apabulló con estadísticas: no perdió ni un solo punto con segundo servicio; sino desde todos los ángulos. Leyó todas las estrategias de Gasquet incluso antes de que este las ejecutara. Por momentos, pareció que Nadal ya estaba allí, en el lugar exacto donde el francés había pensado dirigir la pelota. Tan rápido en sus desplazamientos como certero en sus disparos. Exigente en cada punto, demoledor en cuanto a su rival se le quedaba algo corto ese revés espectacular alto y profundo, pero en desventaja contra los efectos del español.
Preguntaba y preguntaba Gasquet al cielo, a su entrenador, a sí mismo. Pero no tenía soluciones, solo enfados, resoplidos, manos en las caderas, resignación. Porque los tres sets mantuvieron la misma línea; una en la que Nadal abría la pista desde todos los puntos y con todos los golpes, y el francés intentaba respirar en los pocos resquicios que se ganaba con sufrimiento y por orgullo. Así logró arañar dos juegos en la segunda manga, así otros dos en el tercero. Pero si alguien no se ha dado cuenta de en qué estado de forma, mental y física, se encuentra el balear a estas alturas de torneo, valga un ejemplo: más de diez minutos duró el quinto juego de la manga definitiva, cuando ya el marcador era de otro aplastante 4-0. Se lo ganó Gasquet, frunció el ceño el número 1 del mundo. Y hasta le salió de la garganta un «joder» por fallar algo que no estaba en sus planes.
«He empezado bien, y él algo paradito. He sacado muy bien ese inicio. En el 5-0 he tenido un momento de relajación y viento en contra, he perdido ese juego, él ha ganado otro y estás un poco más complicado. Pero he podido salvar ese juego con el 0-30 y he empezado el segundo set con break y ha sido más cómodo a partir de ahí», analizó tras el encuentro.
Nadal asusta en París, ya en octavos para encarar la segunda semana. Enfrente, el lunes, el alemán Maximilian Marterer, 70 del mundo y zurdo como el balear.