La amenaza de la grave lesión de Carolina Marín

La lesión de ligamento cruzado anterior (LCA) de rodilla es una de las más importantes que puede sufrir un deportista, especialmente si es de alto nivel. La lesión de esta estructura afecta al pivote central, que controla el deslizamiento entre la tibia y el fémur (la estabilidad anteroposterior). La función del ligamento cruzado anterior es proporcionar estabilidad a la rodilla y con ello proteger el resto de las estructuras que constituyen la articulación. Especialmente el cartílago articular, de cuya integridad depende la preservación articular y en consecuencia el retardo de la aparición de osteoartritis.


Estadísticamente la lesión del LCA se asocia a lesiones meniscales y cartilaginosas (cartílago articular) que deben tratarse en el mismo acto quirúrgico, en el cual se procede a la reconstrucción del LCA. Comúnmente dicha reparación del LCA se realiza sustituyendo el ligamento afectado por un tendón habitualmente isquiotibial o rotuliano que pueden ser del propio paciente o de un banco de tejido. Del manejo del conjunto de todas estas lesiones va a depender del pronóstico de la rodilla lesionada, es decir, tanto el tiempo de baja como sus secuelas.


Numerosos estudios investigan acerca de las secuelas que la rotura del LCA producen en el deportista de élite. En la mayoría de estos estudios un porcentaje alto de deportistas no alcanzan su nivel competitivo previo. Para conseguir una recuperación completa es muy importante la reparación de las lesiones en su conjunto, es decir, lo que supone devolver a la rodilla su amortiguación, capacidad de deslizamiento y estabilidad, que proporcionan sucesivamente los meniscos, cartílago y ligamento cruzado.



- César Quesada es traumatólogo del Centro FIFA Ripoll y de Prado