Quartararo y nadie más
Se encamina hacia él con paso firme, estratosférico de nuevo su pilotaje sobre el circuito de Assen, como en el de Mugello o el de Portimao. Pero sobre todo firme su ritmo y su mentalidad. Sin más presión que la suya propia. «Me siento bien a nivel mental, con la moto, con el equipo. Tengo más claros los objetivos. Me siento muy confiado y quiero mantener esta línea», argumentaba el piloto, de 22 años. Aprendió mucho, reiteró, de lo que ocurrió el curso pasado, dos victorias consecutivas para empezar a creerse que podía destronar al rey Márquez, a quien ya había batido el año anterior en las batallas a una vuelta de los sábados.
Pero la cabeza todavía no estaba moldeada para asumir el vértigo del liderazgo y las espaldas tampoco estaban terminadas de hacer para soportar la presión interna y, sobre todo, externa. «Llegas al puesto de Valentino Rossi y de manera inconsciente recibes más presión. 2020 fue un desastre. Tuve muchos altibajos y no tenía regularidad. No saqué los resultados y no aproveché la oportunidad, pero he aprendido mucho, acumulé experiencia y mereció la pena. Este año llegó la victoria en Catar y ya no hubo más voces», reconocía ya con más de una carrera de ventaja en el marcador.
Y, aunque lo niegue porque el campeonato es largo, hay pocos que pueden asomarse al ritmo que ha impuesto. Su compañero de equipo, Maverick Viñales, vive en su propia noria entre rumores de marcha de Yamaha a Aprilia: último en Alemania hace ocho días, ‘pole’ en Assen y segundo ayer porque las salidas aún no están ajustadas y todavía por ver esa categoría de favorito al título que se le impuso desde que aterrizó en MotoGP. Marc Márquez sigue librando su propia batalla contra sí mismo: destacadísima su carrera, en la que recuperó trece plazas para terminar séptimo. Johann Zarco, segundo en el Mundial y cuarto ayer, no ha dado muestras de poder consolidarse en las victorias, y mantiene sus tres podios como mejores notas. Joan Mir, tercero, parece volver a esa senda de regularidad que lo llevó al título el año pasado, pero no estaba este Quartararo, firme, seguro, sonriente y dispuesto a dejar por fin su sello. «Es difícil para a Fabio. Tiene muy buena velocidad en todos los circuitos y no está fallando», aceptó el mallorquín.