El Milán, siete años de erosión y uno de despegue
La historia es un hermoso recuerdo en el fútbol, orgullo de hinchadas y sello de identidad. Y al Milán se le identifica con dos periodos gloriosos, los años ochenta y noventa cuando dominó el fútbol mundial con el trío de holandeses y el tramo entre 2003 y 2007 cuando recuperó el cetro europeo con Shevchenko. Un tránsito en el que ha caído deslomado y casi hundido. Después de participar de manera constante en la mejor competición del fútbol europeo, desapareció del mapa en 2014. Su última eliminatoria, los octavos de final de aquella edición, lo enfrentó al Atlético en el Vicente Calderón. Paliza de los rojiblancos, 5-1 en el global, ya con Simeone al mando de un equipo que disputó y perdió entonces la final en Lisboa ante el Madrid.
El Milán holandés
El Milán es una batería de nombres legendarios que han dado forma a las siete Champions. Silvio Berlusconi fue uno de ellos, presidente del club desde 1986 hasta que lo vendió en 2016 a un grupo inversor chino. Conel controvertido expresidente de Italia asomó un nombre revolucionario en las costumbres, Arrigo Sacchi, un maestro de la táctica que convirtió la estrategia en liturgia para los aficionados de San Siro. Su famoso achique de espacios, como lo definió Menotti, el juego en zona con una defensa muy avanzada y el portero jugando de libre, lo llevó a la cima. Sacchi vapuleó varias veces al Madrid y se agenció dos Copas de Europa.
Era la época de los fichajes selectivos y limitados, y por lo que respecta al Milán, el reinado de los holandeses. Rijkaard, Gullit y Van Basten están en el santoral del club. Junto a Baresi, Maldini (ya va por la tercera generación de futbolistas en la entidad), Donadoni o el entrenador blanco Ancelotti, formó un bloque casi indestructible que también hizo sufrir al Barcelona. El Milán de los holandeses ganó la Champions 94 con una paliza al Barça (4-0).
Kaká, Pirlo, Seedorf, Inzaghi, Weah, Cafú, Costacurta o Baggio han contribuido a la leyenda de un Milán que, coincidiendo con la venta de Berlusconi, descendió a un ostracismo sin precedentes. Fuera de todo en Italia, sin campo de acción en la Liga de Campeones, arrastrado por una carencia de figuras y de títulos que solo compensa con la Copa de Italia en 2017 y la Supercopa en 2018. Contenido vacío para el exrey de Europa.
«Es un club que ha crecido en los últimos años –apunta Simeone–. Me alegra volver a Italia siempre, he pasado grandes momentos como futbolista y como técnico, en Catania. Y siempre el estadio de Milan me gusta».
Un entrenador de perfil bajo, Stefano Pioli, que encauzó su carrera por el Parma,Grossetto, Piacenza, Sassuolo, Chievo, Palermo o Bolonia, dirige ahora la reconstrucción del histórico Milán. Lo hace también en versión comedida, sin estrellas a las que agarrarse. El madridista Brahim, cedido dos años, es hoy su referente en ataque. Theo, ex del Madrid y del Atlético, está en su mejor fase. Juegan Giroud, que marcó al Atlético con el Chelsea en la última edición, y el todavía más veterano Ibrahimovic, lesionado.