España imparte clases en San Siro
Porque en un alarde de valentía y coraje asombroso, con un equipito de meritorios dio una lección en San Siro, soberbia la puesta de escena ante toda una campeona de Europa que llevaba 37 tardes sin perder y que jugaba con nueve de los once que abrazaron el cielo de Wembley. Sin que nadie se lo esperara, a la selección le salió una noche casi perfecta, argumentos de peso para que Luis Enrique pueda prolongar esa absurda cruzada que tiene contra todos y acentúe su soberbia diciendo que controla más que nadie. Sabe de fútbol, y eso nadie se lo discute, pero sus frivolidades, que son muchísimas y alguna muy difícil de sostener, han generado cierto desapego en la gente, que a fin de cuentas es lo que importa.
Va rascando por aquí y por allá y anoche, se veía a la legua, le dio la alternativa a Gavi, internacional sin que realmente haya hecho méritos en la elite porque no sumaba ni 300 minutos en Primera con el Barça. Con todo, al chico, 17 años y 62 días y con una pinta bárbara, hay que aplaudirle por su desparpajo y por lo aparentemente bien que hace las cosas, comprometido también en la faceta menos vistosa del fútbol.
España, esta España tan anónima a la que cuesta ponerle cara, ha dejado claro que sabe competir y, quizá lo más importante, sabe a lo que quiere jugar. Desde el inicio aplicó a la perfección la teoría de Luis Enrique, intervencionista como pocos, y asfixió a una Italia que ya gastó su hechizo en la Eurocopa, poco más tiene Mancini en esa plantilla. La selección volvió a quitarle la pelota a la Azzurra y por momentos la movió con mucha inteligencia, puede que a veces con más riesgos de los necesarios como evidenció Busquets al perderla en un par de malas entregas. En cualquier caso, e impulsada por un excelente Marcos Alonso, fue ganando metros por esa banda, por la izquierda, hasta abusar de los locales. Alonso, que llevaba desde octubre de 2018 olvidado por el mismo entrenador que ahora le da alas, fue pura electricidad, un lateral con una verticalidad increíble y que se comió a Chiesa y a Di Lorenzo con unas galopadas bestiales. El defensa del Chelsea lo hacía todo y él fue quien contactó con Oyarzabal para que este pusiera un centro genial a Ferran, cuya relación con la red es tremenda, merece un estudio. Los mismos nombres, al filo del descanso, volvieron a entenderse con idéntico desenlace, dos golazos del delantero del City (van 12 en 21 encuentros) para dignificar la lección de España en una primera parte impecable. Hubo cositas a corregir, claro, e Italia dispuso de dos o tres ocasiones bastante claras (un palo de Bernardeschi con previa mano de Unai, un error de Insigne grave en un remate franco que parecía un penalti) para volver a cuestionar el papel de los centrales, pero en esencia todo fue notable. Y para colmo, justo antes de ese 0-2 se fue a la ducha Bonucci por doble amarilla, la primera por protestar y la segunda por sacar el codo en un salto con Busquets. Mejor imposible.
Obligado por el escenario, Mancini tuvo que prescindir de un delantero para que Chiellini, que todavía sigue en esto, ocupase el vacío de Italia, a la que se le quitaron las ganas de hacer algo más que evitar una sangría. Repartió muchísimo desde su impotencia y fue de lado a lado mientras España convertía el segundo tiempo en un rondo interminable. Entró Yéremi Pino por el lesionado Ferran y hasta eso salió bien, pues el jugador del Villarreal no necesitó ni dos minutos para sentirse uno más y atreverse con todo. En un detalle de lujo, recortó en el área y centró con sutileza para que Oyarzabal rozara el tercero. El rato largo que tuvo fue interesantísimo.
Sustito final
Italia, que solo podía esperar algo de Chiesa, ensuciaba la noche con tanta estaca y provocación, nada cambia, mientras Luis Enrique probaba también con Bryan Gil y con Mikel Merino, dos más para sumar a la causa. Lo cierto es que España estaba feliz y aguantaba con muchísima inteligencia con la pelota como argumento, disparada la posesión hasta el infinito y con oportunidades como la de Alonso, pero en un saque de esquina a favor se pegó un tiro en el pie al permitir que Italia se encendiera con una carrera larguísima de Chiesa que terminó con el gol de Pellegrini. Esas manchas, aunque se van, hay que evitarlas, si bien todo lo anterior fue una excelente lección de España.