Fórmula 1 interruptus: Fernando Alonso y Carlos Sainz no rematan

Termina el Gran Premio de Canadá y a los dos pilotos españoles de Fórmula 1 les sobreviene algo parecido al dolor. Le duele a Carlos Sainz haber sido el piloto (o el coche, o ambos) más veloz en Montreal y no ganar la primera carrera de su vida. Y le duele a Fernando Alonso hasta el límite de pegar puñetazos al volante al acabar la carrera, frustrado al comprobar que tenía coche y manos para luchar por objetivos interesantes y acabar noveno, sancionado por la FIA y enojado con su equipo. Es la Fórmula 1 interruptus de los españoles, el maleficio por el que los buenos resultados no llegan para Sainz y Alonso en una temporada que se anunciaba propicia para el deleite.


En Canadá surge el Alonso con la vena en el cuello, tantas veces rastreado durante su periplo en la F1. Salió segundo, generó la ilusión y terminó noveno. «Intento ser mejor que sexto o séptimo y creo que este fin de semana hemos sido mejores que sextos o séptimo. Y si no terminamos en el podio o cuartos es porque hemos tenido problemas de fiabilidad en el coche 14 y quizá tuvimos mala suerte con el coche de seguridad virtual. La suerte no la puedes controlar, pero la fiabilidad en el coche 14 debería ser mejor».

They started their first race in F1 together, as team mates

And they ended their 150th race weekend together too - duelling for victory ⚔️

How far @Max33Verstappen and @Carlossainz55 have come!#CanadianGP #F1 pic.twitter.com/7lnAWVXZIX

— Formula 1 (@F1) June 20, 2022

Alonso es un animal competitivo. Difícil imaginar que se le desvanezca ese espíritu de pelea, la lucha o el deseo de avanzar que ha marcado su trayectoria. «Tuvimos un problema en el motor, en el sistema de energía. Era un segundo u ocho décimas lo que perdía por vuelta».


El piloto asturiano pidió permiso para adelantar a Esteban Ocon y en Alpine le cortaron la idea. «Era cien veces más rápido», exclamó Alonso por radio.



El colmo de su aventura canadiense fue la sanción de cinco segundos por una maniobra que tampoco pareció tan dañina ante Valtteri Bottas. El séptimo puesto que ya era frustrante para él se convirtió en un noveno desolador.


Carlos Sainz compite para Ferrari, la marca mítica de la Fórmula 1. Supone llegar a la cumbre, aterrizar en lo mejor. Aunque la legendaria escudería lleve trece años sin conquistar un título de pilotos (Kimi Raikkonen, 2007), Ferrari siempre es Ferrari. Y, como este año, con capacidad de sobra para construir un coche campeón. Sainz lo hizo bien en Montreal, pero no súper. Se lo recuerda en su edición de hoy la exigente prensa italiana. Para coronarse y alcanzar el diez le faltó adelantar a Verstappen en las últimas quince vueltas.


El madrileño ha declarado durante el primer tercio de temporada que no se siente cómodo con el Ferrari, que le falta química con un coche que claramente ha sido dominante. Pero en la comparación de momento con Charles Leclerc sale perjudicado. El monegasco ha logrado dos victorias y seis poles con el mismo auto esta temporada.


«He sido el más rápido en pista y que no llegue la victoria cuando eres el más veloz, duele más», declaró el español, quien es mucho más eficaz en los domingos de grandes premios que en las clasificaciones de sábados. A última hora le falta encontrar esa décima, o esa confianza, para conseguir la primera pole de su vida o también su primer triunfo en la F1.