El problema de Vinicius no ha sido nunca el negro de su piel sino el blanco de la camiseta. El crack brasileño no tuvo problemas con nadie en el Mundial pero aquí le pegaron un bocado en la cabeza al poco de poner los pies en Barajas. Fue, si mal no recuerdo, el capitán del filial del Atleti y, lejos de ser afeada, su lamentable conducta acabó siendo jaleada con orgullo por parte de una secta satánica. No creo que fuera por racismo que el otro día tres zumbados con acné y ganas de salir en la tele llamaran negro a Vini, fue porque el chico juega en el equipo más odiado de España. Y si se odia al Real Madrid es por la sencilla razón de que recelamos del triunfador, lo miramos de reojo, y el merengue ha sido, es y será el mejor. Punto. Poco pueden hacer contra el pasado los antimadridistas salvo tergiversarlo, el presente lo asumen a regañadientes pero es la desalentadora proyección hacia el futuro, esa certeza absoluta de que, hagan lo que hagan, el Real Madrid seguirá siendo el número uno, la que en ocasiones los lleva a perder los papeles, hoy humillando a un crío, mañana… No es racismo sino pura y dura tontez aunque puedo entender que Vini no sea capaz de distinguirlos porque, y aunque Tebas se ponga a cantar Misa tridentina, diera la impresión de que aquí nadie mueva un dedo y que, más allá de una serie encadenada de declaraciones cargadas de buenas y vanas intenciones, a los clubes se la traiga al pairo que a este chico le llamen macaco mientras que, por ejemplo, los Mossos se muestren incapaces de echarle el lazo a quien está previamente lazado por las cámaras de la televisión. Insultar a Vinicius sale gratis y sin embargo no hacerlo a Diakhaby movilizó en su día a prensa, Liga, federación, lectores de labios y hasta a un par de ministras podemitas. Marketing. Quien sugiere que Vinicius está provocando los insultos racistas u homófobos porque baila, ríe o canta La chica de Ipanema bajo la ducha, justifica la vejación. Quien, atendiendo al color de la piel de Mendy, Militao, Rudiger o Tchouaméni, destaca que a ellos no se les llama macacos, interioriza que a Vinicius sí se lo griten porque él, a diferencia de sus otros compañeros, lo merece. Y, por cierto, ¿a qué espera su club para respaldar al jugador, a que cambie el negro de la piel o a que lo haga el blanco de la camiseta?