Vuelven las ventanas FIBA y vuelven los menos habituales a la selección española que, pese a ya estar clasificada para el Mundial de este mismo verano, no desaprovecha la oportunidad para ver de qué pasta están hechos tanto los debutantes como lo más veteranos, pues como se demostró en el pasado Eurobasket , en el que España fue improbable campeona, la oportunidad le puede llegar a cualquiera en cualquier momento. Especialmente contento y liberado se encuentra Tyson Pérez (Santo Domingo, República Dominicana, 27 años). Tras una dura lesión en 2021, la cual le tuvo casi un año de baja, vuelve a sonreír en el Betis y, cómo no, en la selección. «Me encuentro como un toro», reconoce a ABC el ala pívot, que en su retorno como internacional ante Islandia , el pasado jueves, se fue hasta los cuatro puntos y 13 rebotes en 20 minutos de juego. Aunque para el público menos familiarizado con el baloncesto Pérez puede que no sea del todo conocido, el 'Terror del Muro', como le apodaron los aficionados del Andorra , siempre ha sido uno de los casos más espectaculares de la canasta nacional, tanto por su indómito físico como por su imparable precocidad. Tyson, que recibió su nombre porque su padre era un gran seguidor del boxeador Mike Tyson , llegó a España con tan solo seis años para reunirse con su madre, que había cruzado el charco unos años antes. Su destino fue Sada, una pequeña localidad situada al norte de La Coruña. «Fue un cambio muy brusco pasar de República Dominicana a Galicia. También fue especial porque mi madre ya vivía aquí y al final para un hijo es muy importante poder estar con su madre. Costó adaptarse, pero como éramos niños pues fue todo bastante bien», narra Pérez que, aunque desde muy joven mostraba unas condiciones casi perfectas para el baloncesto, solo tenía ojos para el fútbol. En las canchas públicas de Sada pasaba las tardes hasta que, un día, un profesor de educación física de un colegio de la zona vio su potencial y avisó al Santo Domingo de Betanzos , uno de los conjuntos con más solera del norte de Galicia. Pero había un problema: a Tyson no le entusiasmaba el baloncesto. «Cuando estaba en el Betanzos ni me planteaba ser profesional. Llevaba muy poco tiempo jugando, no me sabía ni quiénes eran los mejores del mundo. El baloncesto, para mí, era un pasatiempo, una manera de hacer deporte y divertirme, pero no estaba enamorado, lo tenía en un plano secundario», confirma el ala pívot. Noticia Relacionada Baloncesto estandar No Cuatro días, tres partidos y dos continentes: la odisea de Tavares para hacer historia P. L. El pívot del Madrid, tras jugar este jueves contra el Zalgiris, ha viajado a África para intentar cerrar la primera clasificación de Cabo Verde para un Mundial No había una pasión desmesurada, pero lo que era evidente era que Tyson había nacido para volar sobre una pista de baloncesto. Con 18 años ya jugaba en EBA (cuarta categoría del baloncesto español), con 20 en LEB Plata (tercera), con 21 en LEB Oro (segunda) y, de la mano de Pepe Laso , padre de Pablo, exentrenador del Madrid, con 23 debutó en la ACB con el Andorra, con el que aún tiene contrato. Poco más de un año después, en noviembre de 2020, fue convocado por Scariolo para la selección española. El italiano, de hecho, ha mostrado una fe inquebrantable hacia Tyson, llamándole siempre que el jugador estaba disponible. «Cada vez que puedo venir me convoca porque cree que puedo aportar al equipo cosas que el resto no tiene. La relación con Sergio siempre ha sido excelente». Una progresión solo frenada por la terrible lesión de 2021 (rotura del ligamento cruzado anterior), circunstancia que, como reconoce Pérez, le ayudó a frenar por primera vez en su carrera y valorar el camino que le había llevado hasta la élite. Ya cruzado el Rubicón, Tyson vuelve a volar.