PESTAÑA monaco-barcelona-tercer-final-four-2023 Crónica 4 Ni a Jasikevicius le salía soltar una de sus clásicas broncas. El lituano, cabizbajo, se paseaba por la zona técnica sin rumbo, muy triste ver a una entrenador de su categoría y carácter en tal estado anímico, como un león comiendo guisantes, insatisfecho, herido, sin ganas de nada. La Final Four de Kaunas ha supuesto una herida que parece irreparable en el Barcelona. El tiempo lo cura todo y como aseguraba ayer Juan Carlos Navarro, a los azulgranas les toca centrarse en la liga. Pero el proyecto está muerto. Puede renacer, incluso si Sarunas continúa como entrenador la temporada que viene, pero a este Barça le falta alma y corazón, aquello que no puede ser comprado con dinero. El partido contra el Mónaco por el tercer puesto era lo de menos en el plano deportivo. Hay quien dice que debería eliminarse, una pachanga para pasar el rato hasta que llegue la final (hasta los árbitros hacían la vista gorda en algunas acciones para que la cosa no se alargara demasiado). Pero al Barcelona incluso le hace falta pasar por la humillación de jugarlo, sentirse el alma en pena que es ahora mismo para no olvidar el ridículo que ha hecho en Lituania. Noticia Relacionada Baloncesto estandar No Aleksander Vezenkov, el MVP al que el Barcelona dejó escapar, la gran amenaza para el Madrid Pablo Lodeiro Fernández Del anonimato al estrellato en tiempo récord, ha sido reconocido como mejor jugador de la competición en la fase regular de la Euroliga Kalinic esperaba en la esquina como quien espera un café en un bar, Mirotic estaba más preocupado del cordón de su pantalón que del propio partido y el cuerpo técnico catalán esperaba con pachorra a que el marcador señalase el fin del partido. Encima, el Mónaco ganaba con soltura. En medio del soporífero ambiente, el Zalgiris Arena , abarrotado por aficionados del Olympiacos, se prendió como un incendio forestal cuando el ídolo de los griegos, Aleksander Vezenkov, se sentó en primera fila para ver el bochornoso espectáculo. La escasa afición del Mónaco, eso sí, se lo pasaba en grande, una auténtica aventura la primera Final Four de un equipo que aspira a asentarse entre la monarquía de la Euroliga. Cantaban los monegascos y los helenos, lloraban los catalanes. Solo Nnaji y su impresionante físico conseguía que la afición azulgrana juntase las palmas y se olvidase por uno segundos de la realidad. Una realidad agotadora, muy dolorosa, de la que el Barcelona no puede huir. Tienen demasiadas preguntas los catalanes y muy pocas respuestas en su baraja. La reflexión debe ser profunda . El Mónaco se llevó el partido, por cierto.