El Masters de Augusta 2024 , lejos de suponer una reunificación para el golf mundial, ha demostrado que la unión entre el LIV Golf y el PGA Tour está más lejana de lo que parece. A comienzos de semana, Jon Rahm abogó por un acercamiento de posturas entre ambos circuitos, alegando que eso sería beneficioso para el deporte, pero que no le correspondía a él tomar esas decisiones. Sin embargo, cuando concluyó el torneo, el propio Jon reconoció que el ambiente entre los golfistas no es tan idílico como esperaba. «Estoy sorprendido por el recibimiento que me dieron mis compañeros al verme después de tantos meses. Hubo reacciones de todo tipo. Algunos que no me esperaba hasta me abrazaron y otros, ni me miraron a la cara. Los que eran mis amigos lo siguen siendo y los que no, ya sé quiénes son. El problema lo tienen ellos». Estas declaraciones contradicen lo que Sergio García , veterano en eso de cambiar de división, expresó unos días antes. «Estoy un poco cansado de que siempre se me pregunte sobre lo mismo. Entiendo que para los periodistas es interesante saber nuestras relaciones en el vestuario, pero puedo asegurar que cuando nos cruzamos en él ni hay peleas ni malas caras ni nada por el estilo. Somos deportistas, venimos a jugar un torneo y ya está, no hay que darle más vueltas», dijo Sergio García. Aparte la guerra entre el PGA y el LIV Golf meramente deportiva, tuvo este año un claro color estadounidense, pues solo tres hombres de la liga saudí (Cameron Smith, Bryson DeChambeau y Tyrrell Hatton) acabaron entre los diez primeros. El dominio abrumador de Scottie Scheffler en un torneo marcado por las duras condiciones climáticas confirmó que la exigencia semanal de las pruebas convencionales preparan mucho mejor a los jugadores mentalmente para los momentos de crisis. «Cuando estoy jugando no pienso si compito en una prueba de tres días o cuatro», prosiguió el vasco. Noticia Relacionada Golf /Master Augusta estandar No Las dos chaquetas verdes de Scottie Scheffler, cuando los éxitos van más allá de la fe Miguel Ángel Barbero El número uno del mundo es un ferviente cristiano que pone todo su talento al servicio de sus creencias para disfrutar de una vida plena «En cada hoyo voy a dar el máximo y no pienso en nada más. Lo que pasa es que esta semana no me ha salido nada bien, ha sido increíble. He llegado a cometer 'bogeys' sin pegar ningún golpe malo. El análisis del torneo va a ser fácil, solo tendré que mejorar para el año que viene la estrategia en el hoyo 2, que al tener el ahora el tee más atrasado y desplazado hacia la izquierda, seguramente me requerirá pegar la madera 3 y no el drive en el futuro». La siguiente etapa de acercamiento entre los dos circuitos será dentro de un mes en el PGA Championship de Valhalla. En ese instante se verá si las negociaciones que el mandatario árabe, Yassir Al-Rumayyan, y el comisionado del PGA Tour, Jay Monahan, estrechamente asesorado por Tiger Woods y otros pesos pesados de su comité de jugadores, acercarán las posturas para ver si antes de los Juegos de París está todo solucionado. La tregua de olímpica así lo demanda.
