No pude evitar ayer una conmoción al leer en este periódico el testimonio de Javier Gámez, comisario de los Mossos , víctima de la esclerosis lateral amiotrófica, conocida por sus siglas: ELA. «Nos están dejando morir y no nos dicen por qué», afirmaba. El tiempo retrocedió en mi cabeza más de 30 años porque mi padre murió de ELA en abril de 1991. Fue un calvario de casi cuatro años en el que primero empezó por tener problemas de movilidad, luego pasó a una silla de ruedas y, finalmente, a la absoluta inmovilidad en una cama. Había que lavarle y darle de comer en la última fase de su enfermedad, que duró un año. No recibimos ninguna ayuda del Estado...
Ver Más
