El Sevilla remonta hasta otra final

PESTAÑA sevilla-juventus-semifinal-europa-league22-23 Crónica 4 Eindhoven, Glasgow, Turín, Varsovia, Basilea, Colonia... Y ahora, Budapest. El Sevilla no faltará a su cita con la final de la Europa League y optará a otra corona en su competición fetiche, una Europa League en la que siempre ofrece su mejor cara. En el camino deja a otro grande de Europa, una Juventus con oficio, Vlahovic y poco más. Lo mejor del equipo que ha logrado construir Mendilibar en un tiempo récord no son los resultados, sino una actitud que no habían visto los aficionados hispalenses en toda la temporada. Cierto que en este caso el premio era de los gordos, pero maravilla ver a un equipo que hasta hace nada se arrastraba por muchos campos zarandear por momentos, a la Juventus. Salió el Sevilla con la garra afilada, pero por esas cosas del fútbol, la primera gran ocasión fue italiana. Gatti, el autor del tanto que amargó la prolongación al Sevilla en la ida, conectó otro cabezazo certero que fue bien respondido por Bono. Nadie puede fiarse nunca de la Juventus. Una vaselina de Di María mal ejecutada en el cara a cara ante el portero y un remate cruzado de Kean que tocó en el palo demostraban que, más allá de lo que dictara la posesión, los italianos siempre están al acecho. Mientras, el uso y abuso del balón lo traducía el Sevilla en constantes acercamientos envenenados. Un remate en plancha de Ocampos, sacado en la línea por Szczesny, fue la más clara. Pero hubo más. Un trallazo de Acuña, un disparo de Rakitic desde dentro del área, una más de Ocampos... También en ese periodo reclamó dos penaltis el equipo de Mendilibar. El primero, más justo, por unas manos de Fagioli. El segundo, aparentemente más claro, por una patada de Cuadrado a Óliver Torres sobre la línea. El VAR no concedió ninguno de ellos. El Sevilla aprovechó el inicio del segundo acto para aumentar la presión, aunque la Juve, perro viejo, metía miedo al contragolpe, sobre todo por medio de Rabiot. El partido, la eliminatoria, seguían tan abiertos como al principio y los dos entrenadores miraban a sus banquillos. Había arsenal de sobra, y ambos resultaron decisivos. Fue Vlahovic quien de forma breve rompió el partido nada más entrar al campo. El serbio dio una doble lección de escapismo sobre los dos centrales del Sevilla. El conjunto andaluz se negó a venirse abajo y siguió con el mismo arrojo de siempre, el que permitió a Acuña robar un balón trascendental en la zona de la media luna juventina en la jugada que culminó con el trallazo a la escuadra de Suso, otro recién incorporado. El empate cargó aún más las pilas del Sevilla, el único que de verdad quería evitar la prórroga. Szczesny salvó la más clara en un cabezazo de En-Nesyri y obligó a los jugadores a un esfuerzo extra de treinta minutos. Ahí aparecieron Bryan y Lamela, otro reserva, para perpetrar el tanto que culminó la remontada y la clasificación. El efecto Mendilibar arrasa también en Europa. No solo ha librado al Sevilla del drama de tener que evitar el descenso, sino que lo ha llevado a otra final continental. La séptima. En todas las anteriores salió vencedor. Que le hablen a Monchi o Navas de lo que significa saber competir.