Movistar celebra su primer triunfo en la etapa afeitada de gran montaña
El Giro languidece sin emoción, carrera anestesiada por la falta de ambiciones o el exceso de celo. Demasiada prudencia, pocas situaciones para la incertidumbre, se maneja con cálculo e instinto de supervivencia. Aburrimiento un día detrás de otro. En Crans Montana, etapa afeitada de solo 75 kilómetros y sin el coloso de San Bernardo por las exigencias de los corredores, vence el Movistar. El colombiano Einer Rubio se aprovecha del estrés de un veterano, el francés Thibaut Pinot. En Suiza casi luce el sol, manga corta en la estación de Crans Montana, pero unas horas antes el pelotón ha impuesto su ley y obliga a la organización a recortar la etapa. De 199 kilómetros a 75, sin el paso nevado de San Bernardo, sin lluvia, sin inclemencias, a gusto del consumidor. Es otro ciclismo que nada tiene que ver con los tiempos bárbaros, con aquella etapa del Gavia en 1988: los corredores parados en el descenso del gigante de los Dolomitas, frío, hielo, nieve, niebla, crisis y agonía tal vez innecesarias pero que alimentan la épica y la historia del ciclismo. Noticias Relacionadas estandar No Ciclismo Evenepoel abandona el Giro tras dar positivo en Covid-19 M. Z. estandar No Ciclismo / giro de italia El Rubicón regala una crono para la historia Pablo Lodeiro Fernández «Los corredores han activado el protocolo de climatología extrema y los hemos considerado», decía Mauro Vegni, el director del Giro. «Mejor dos horas en la lluvia que cinco», argumentó el ciclista Carlos Verona. «Creo que es la mejor decisión, hay muchos chicos enfermos», comentó el líder Geraint Thomas. Aunque se puedan entender las reservas de los ciclistas y su cautela respecto a la salud, la realidad es que en Suiza lucía el sol en la meta. Diecinueve equipos de 22 votaron a favor del recorte, probablemente los 19 de primera división sin los invitados, todo dicho. Quedó así una etapa con dos puertos, la Croix de Coeur, un estupendo escenario de más de 2.000 metros con barreras de nieve en la bajada, puerto durísimo para marcar diferencias, y Crans Montana, otra cima con porcentajes y posibilidades. La ausencia de batalla entre los mejores quedó plasmada en los dos puertos. Roglic, que está a dos segundos de Thomas, no necesita atacar ni moverse. Le basta con seguir la rueda del Ineos y aparecer más adelante para cobrar ventaja, si es que puede. Y tampoco hay mucho más a parte del esloveno. Almeida es un ciclista diésel, con dificultades para ganar, pero no para lograr buenas clasificaciones. A 22 segundos lo tiene más difícil, porque tienen que fallar dos delante de él. Pinot, sin conocimiento Sin movimiento y con el Ineos al mando, la etapa se jugó entre tres corredores diversos, el francés Pinot, el ecuatoriano Cepeda y el colombiano Einer Rubio. Pinot es un ciclista que llegó a ser candidato al Tour, exigencias de ser francés, y que vivió un episodio mental con su pánico a los descensos. Se retira este invierno con solo 32 años, cansado de ciclismo se supone. En vez de mostrar experiencia y conocimiento, fue un manojo de nervios en la subida a Crans Montana. Un ataque detrás de otro, sin medir fuerzas, sin mantener la calma, siempre capturado por sus perseguidores, entró en colisión con ellos. Discutió, amenazó, señaló con el dedo, perdió la templanza para pensar. Cepeda le sacó de quicio porque siempre llegó a su rueda después de cada ataque. Y le soliviantó al no relevarle, asunto lícito porque cada cual juega su partido. Y quedaba Einer Rubio, colombiano de 25 años promocionado en este Giro por el Movistar como punta de lanza junto al velocista y compatriota Fernando Gaviria. Rubio fue el más inteligente. Era el menos fuerte y ganó la etapa. Lo hizo en modo resistencia. Se quedó en cada ataque de Pinot, no llegó nunca a la altura de Cepeda, pero los parones provocados por los nervios del francés le acercaron al dúo. A 300 metros de la meta lo dio todo en un derrote sorpresa: superó a Cepeda, dejó en los huesos a Pinot y le brindó al Movistar su primer triunfo en el Giro 2023.