Мы в Telegram
Добавить новость
smi24.net
Abc.es
Май
2023

La leyenda que persigue desde hace siglos a Las Hurdes, esa región «de razas distintas y seres salvajes»

0
Abc.es 

'Blanco y Negro' , 2 de julio de 1922: «Supo Alfonso XIII que en Las Hurdes la vida es agonía y la muerte descanso apetecible; que allí el hambre y el paludismo, a favor de la pobreza del suelo y de la carencia de higiene, vienen degenerando los organismos y engendrando seres desmembrados». Este reportaje se publicó tan solo una semana después de que el Rey de España regresara de su viaje a caballo por esta región cacereña, con fama de haber estado abandonada durante siglos –«hay demandas de socorro de 7.000 u 8.000 españoles olvidados en míseros tugurios, enclavados en un territorio de 1.900 kilómetros cuadrados amurallado e incomunicado», añadía el artículo– y que hoy sufre uno de los peores incendios de su historia . El fuego está descontrolado y ha arrasado ya más de 8.000 hectáreas, mientras 400 efectivos , incluidos 230 soldados de la Unidad Militar de Emergencia (UME), intentan detenerlo sin mucho éxito hasta este momento. El presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, ha señalado que la situación es «francamente difícil» por las fuertes rachas de viento y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez , y el PSOE han cancelado este viernes todos sus actos de campaña para estar pendientes de los estragos que están causando las llamas de hasta 30 metros en esta región que hace un siglo Alfonso XII y el cineasta Luis Buñuel con su documental 'Tierra sin pan' (1933) se empeñaron en poner sobre el mapa. La realidad es que Las Hurdes es hoy muy distinta a aquellas otras de hace cien años plagada de analfabetismo, malnutrición, enfermedades y pobreza que tanto impresionó al bisabuelo de Felipe VI –«Es horroroso, ya no puedo ver más», llegó a exclamar–, pero no es menos cierto que sobre ella ha pesado desde hace siglos una serie de fábulas contra las que ha tenido que luchar o sufrir directamente. «Referencia tópica y lugar común en los discursos progresistas del siglo XIX, Las Hurdes ha sido una región mal conocida. Este desconocimiento favoreció la construcción de un relato novelado sobre una sociedad de la que se sabía muy poco. Una leyenda que lejos de ser enterrada alcanzó un amplió eco social en el siglo XIX», apuntaba Mercedes Granjel en 'Las Hurdes, el país de la leyenda' (Milenio, 2003). Según la autora, uno de los principales responsables de la popularización de este mito fue Pascual Madoz , antiguo ministro de Hacienda y político del Partido Progresista, que publicó un detallado texto sobre la zona en su célebre 'El Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España' (1845), en el que incluía numerosos elementos imaginarios. Estos influyeron de manera decisiva a terminar de forjar la leyenda negra que arrastraba durante siglos y a difundirla por todo el país como si de una fábula maldita se tratara. Viaje de Alfonso XIII a Las Hurdes Campua Viajeros del siglo XVIII «Un hecho que no deja de sorprender al revisar la historiografía hurdonófila más reciente es que la obra de Madoz, con todas sus limitaciones, siga utilizándose como una de las fuentes principales para la historia de las Hurdes en el siglo XIX», añade Granjel. Sin embargo, alguna de las semillas más importantes en este sentido se sembraron con los relatos realizados en el siglo XVIII por los cronistas, viajeros, científicos o simples curiosos que caminaron por sus valles angostos y percibieron su terrible miseria. Lo que ellos contaron, con todas sus hipérboles incluidas, sirvió de fuente para los periodistas que, desde los diarios nacionales, se apuntaron a la moda de glosar las penalidades infrahumanas de la región que hoy es consumida por las llamas y que dieron cabida a sus propias aspiraciones novelescas. Por eso todavía hoy, siempre que se evoca la comarca, aflora indefectiblemente la impresión de miseria y pobreza extrema que la llevó al dudoso honor de ser considerada el «baldón de España». Pero, ¿qué intención había detrás de todos esos escritos y cuánto había de realidad? Desde esa primera época se han formulado numerosas teorías para explicar el estado de miseria, atraso, abandono e incomunicación que supuestamente sufría la zona. Entre los primeros testimonios está la obra de Alonso Sánchez, 'De Rebus hispaniae' - también conocida como 'Historia de los hechos de España'- que en el siglo XIII describió el área como un ejemplo de abandono cultural, cuyos moradores vivían en un estado salvaje y se alimentaban solo de bellotas. A este le siguió Lope de Vega con su obra 'Las Batuecas del duque de Alba', impresa en 1633, que alimentó esa imagen siniestra y misteriosa de las habitantes de Las Hurdes , como si vivieran en una isla alejada de cualquier civilización. Hubo algunos intentos de la Iglesia por corregir la supuesta pobreza y luchar contra el hambre de la zona a través de conventos como el de San José del Monte de las Batuecas y el de los Ángeles en las cercanías de Pinofranqueado. Sin embargo, el gran impulso corrió a cargo del obispo Juan Porras de Atienza a finales del siglo XVII y principios del XVIII, al que se conoció como el 'Ángel de las Hurdes'. Revista 'Las Hurdes' Desde mediados del siglo XIX hasta principios del XX, el obispo de Plasencia, Francisco Jarrín, y el deán de la catedral placentina, José Polo Benito, protagonizaron un nuevo impulso regenerador de la comarca a partir de la fundación de la sociedad La Esperanza de Las Hurdes y de la publicación de la revista 'Las Hurdes'. El primero número de esta apareció en 1904, convirtiéndose en un foro de denuncia sobre la pasividad de las autoridades y de debate, con el objetivo de plasmar las visiones que cualificados autores tenían sobre la región. En sus páginas se incluían iniciativas para corregir las deficiencias de la zona que tantos ríos de tinta generaba. Iniciativas aisladas como esta partían de la idea de que el conocimiento es fundamental a la hora de revelar la génesis de los problemas que aquejan a una zona, como medio para solucionarlos. Francisco Pizarro y Capilla, maestro de Casar de Palomero e Inspector Provincial de Educación en la zona, realizó un estudio de las causas en el que se refería a Las Hurdes en los siguientes términos: «Inspira tal lástima el espectáculo terrible de la miseria en toda su desnudez, que el convencimiento y la compasión mueven y arrastran involuntaria e incontrastablemente el ánimo de la investigación para encontrar el germen del mal y extirparlo». Sin embargo, las aportaciones más importantes en este sentido seguirán lastradas por visiones erróneas y negativas, movidas por los prejuicios del pasado, que no solo no denunciaban esta imagen lastimera, sino que contribuían a ahondar en ella y a alimentar la leyenda negra. Nos referimos a las mencionadas escenas que describía Pascual Madoz en su 'Diccionario'. Este enfoque se acentuó más si cabe a través de ilustres visitantes como Unamuno, que quedó impresionado ante el aislamiento de Las Hurdes durante su visita en 1914. Viaje de Alfonso XIII a Las Hurdes, en 1922 Campua «Costumbres extrañas» La publicación de una tesis doctoral sobre la región del eminente humanista Maurice Legendre, presentada en 1927, llamó la atención del ilustre médico Gregorio Marañón, quien aceptó organizar una comisión médica, tras la propuesta del Ministerio de Gobernación, para realizar una investigación exhaustiva sobre las condiciones de vida de Las Hurdes. Esta partió en la Semana Santa de 1922, y resultó ser tan escandalosa aceleraron la publicación de las conclusiones. A pesar de ello, el objetivo de esta primera parte del informe no era otro que el de desmentir las numerosas leyendas y exageraciones que circulaban en la prensa y determinar las verdaderas causas científicas de dicha pobreza, para poder intervenir. «Nosotros, por el contrario, hemos confesado que no hallamos en Las Hurdes ninguno de los elementos legendarios que sirvieron de tema a los cronistas. Ni razas distintas, ni seres salvajes de costumbres extrañas, ni pueblos de liliputienses, sino solo alquerías habitadas por pobres gentes, inteligentes y dulces, pero asoladas, ignorantes y, sobre todo, temiblemente hambrientas y enfermas de gravedad», contaba Marañón en su escrito. El médico mostró a través de sus descripciones y estampas curiosas una gran humanidad a la ahora de abordar el espinoso tema de la miseria colectiva que se expandía por la comarca. Su conclusión era más objetiva y científica que las fábulas vertidas durante siglos por los viajes y aventureros, las cuales perduraron en el imaginario popular hasta bien entrado el siglo XX. Marañón aseguró que los problemas reales de la zona eran sanitarios, de acceso a las medicinas y a los médicos. Denunció que en Las Hurdes, al contrario que en el resto de regiones españolas, no había servicios de ningún tipo, ni siquiera Correos, Guardia Civil o escuelas, agudizando la pobreza que se extendía por la región como un virus. Ante la dureza del informe, que fue presentado en las Cortes, Alfonso XIII programó su viaje para junio de 1922 , acompañado por el mismo Marañón, además de algunos ministros. Volvió a Madrid tan horrorizado que ordenó crear el Real Patronato de Las Hurdes, a través del cual consiguió algo de dinero para invertir en la creación de las factorías de Las Hurdes. Lo cierto es que no eran otra cosa que centros asistenciales y de servicios, donde había una estafeta de Correos, el cuartel de la Guardia Civil, el consultorio médico, la farmacia, un asilo para acoger a personas que no podían valerse por sí mismas y una escuela con un servicio de comedor que se convirtió en un gran aliciente para que los jóvenes fueran al colegio. Estos cambios fueron muy importantes, aunque sus deficiencias en lo que respecta a la comunicación con otras regiones y los servicios necesarios continuaron existiendo, en mayor o menor medida, durante la dictadura de Franco y casi hasta la Transición… aunque no hubiera «pueblos de liliputienses ni costumbres extrañas».











СМИ24.net — правдивые новости, непрерывно 24/7 на русском языке с ежеминутным обновлением *