De la literatura al cine: prohibida la reverencia al texto
Ni críticos ni filólogos. Si algo quedó claro en 'Escritura y cine', la primera de las mesas con las que ABC celebra los noventa años de la Feria del Libro de Madrid y los 120 del periódico , es que son, probablemente, los cineastas los que más han diseccionado y comprendido los mecanismos internos de las narraciones literarias. También puede ser porque los tres nombres convocados ( Rodrigo Cortés , Fernando León de Aranoa y Paula Ortiz ) por el director de ABC Cultural, Jesús García Calero, tienen experiencia en todo tipo de combinaciones de las relaciones entre ambos mundos: como guionistas, como adaptadores y, también, como directores de textos de otros. Quizá, por eso, León de Aranoa dio con una de las claves cuando confesó que «cuando partes de una novela ajena, yo trato de desmontarla como quien desmonta un motor, para tratar de entenderla como escritor , y luego montar una historia que se le parezca«. Y eso es lo que reconocen hacer los tres. E, inevitablemente, son conscientes de que lo que sale es una especie de 'tercera obra ' diferente a la ideada por el escritor y la imaginada por el lector. « El maestro de eso era Kubrick –afirmó Cortés–, porque a él, lo que le habría gustado, habría sido destruir la obra literaria, hacer la desaparecer de las librerías«, y que solo quedara su visión. Quizá también, por eso, los directores se suelen sentir más seguros adaptando obras consideradas menores, que depositan su fuerza sobre todo en la trama. Sin embargo, como opina Ortiz, a veces es en lo literal donde aparece lo más profundo: »'Dublineses' es una adaptación literal y, a la vez, es lo contrario, porque en ella termina apareciendo lo epifánico«. Y para ella, que ha estado inmersa en las palabras aparentemente diversas de Hemingway y Santa Teresa , y antes lo estuvo en Lorca, es la decisión de sacrificar palabras lo que puede ser más doloroso , «porque sabes que, a veces, estás dejando fuera lo mejor. Pero el cine tiene una sintaxis de imágenes, y una carga bien definida que puede soportar». Sin embargo, los tres coinciden en que difícilmente puede enfrentarse uno a un texto desde la reverencia . Puede parecer una paradoja, pero están de acuerdo en que solo abordándolo con total libertad podrán respetarlo : «Al fin y al cabo –dice Ortiz–, las grandes obras contienen una experiencia tan compleja, tan profunda, que extraer de ellas noventa minutos de imágenes que pretendan abarcarlo todo llevaría, sin solución, a que el espectador se sintiera defraudado». Eso sí, hay que saber qué es con lo que puedes jugar, como advierte Cortés: «si te atreves con Shakespeare no puedes tocar sus diálogos, ni con Teresa de Jesús la música de su prosa. Tendrás que tocar otras cosas más accesorias, como la acción. Incluso Dickens, cuya trama es tan importante, es grande sobre todo por su mirada al corazón humano o el reflejo de su momento histórico». León de Aranoa, quien trabajó con Gabriel García Márquez en un taller de guion, reveló cómo el premio Nobel, quien también se enfrentó a la escritura para el cine, «valoraba más la dificultad de la escritura cinematográfica que la de la literaria. Decía que la pantalla tragaba bastante menos que lo que aguanta la página ». Noticias Relacionadas estandar No Rodrigo Cortés, León de Aranoa, Lorenzo Silva... los protagonistas de ABC Cultural en la Feria del Libro ABC estandar Si Los libros del siglo, según Arsuaga: «Es mucho mejor Cunqueiro que García Márquez» Adrián G. Peñacoba Hubo mucho más, claro, e intentar contenerlo en estas líneas es una demostración más de lo difícil que es cualquier intento de moverse entre formatos y sintetizar más de una hora de palabras, ideas, reflexiones y pasión. Afortunadamente, también nos regalaron frases contundentes. Una, la que le repetía continuamente Paula Ortiz a su equipo durante el rodaje de 'La novia': « ¡Lorca no se toca! ». Otra, la de Rodrigo Cortés, cuando otros pretenden arrebatarle el timón de una película: » Haberte pedido director ».