Entre izquierdas
La industria de la demoscopía está en medio de una crisis técnica y moral. Realmente nadie sabe qué hacer con los indecisos, ni aquí ni en otros países.
Aquí casual, su columnista está atrasado con su entrega semanal a EL FINANCIERO porque mi esposa acaba de ser víctima de un fraude telefónico. Yo ahí estaba presente, y el interlocutor telefónico sonaba legítimo. Creo que en estas cosas los delincuentes están llegando a un grado de habilidad supremo. Ni modo. Comparado con el PIB de México, fue poco dinero. Para este hogar, en este momento, es un trancazo. Pero más se perdió en la guerra.
La campaña tuvo su arranque, y francamente creo que la ingeniera Gálvez se aventó un diez con su arranque en Fresnillo. La candidata oficialista les dio un par de soundbytes buenos a la oposición, pero aun así encabeza las encuestas. La industria de la demoscopía está en medio de una crisis técnica y moral. Realmente nadie sabe qué hacer con los indecisos, ni aquí ni en otros países. Lo que sí saben hacer las casas encuestadoras es cobrar por encuestas que digan lo que quiera el partido o candidato de lo que se trate. Me dicen que, hasta un millón de pesos por edición, pero la de mero antes de la elección esa no (porque ahí sí hay costos reputacionales).
Lo cierto es que estamos eligiendo entre una izquierda autoritaria, antidemocrática y retrógrada, de remembranzas del priismo setentero, representada por la Dra. Sheinbaum, y una izquierda democrática y pluripartidista representada por la ingeniera Gálvez. Quizá ambos partidos son populistas y de izquierda. Las propuestas o promesas de Gálvez de dar pensión a los sesenta años a todos los mexicanos son populismo puro y duro. ¿Por qué no a los cuarenta y cinco? ¿Por qué no a los 25? ¿Por qué no en el momento de nacer? Si seguimos por ese camino, seguramente prometerán cosas por el estilo, porque prometer no empobrece.
El otro día escuché al Dr. José Ángel Gurría platicando con mi amigo Max Kaiser en un programa de Atypical TV, ese espacio de oposición abierta al gobierno que tiene Carlos Alazraki en YouTube. El Dr. Gurría dijo, como lo han hecho muchos funcionarios y exfuncionarios hacendarios durante los años, que el Estado mexicano necesita más recursos.
El año pasado nos recetaron un gasto programable de 8.3 billones. Aproximadamente una tercera parte del producto interno bruto. Está clarísimo que en los programas de gasto, inversión, programas sociales, hay muchísimo dispendio. ¿Para qué quieren más recursos? ¿Para que las candidatas puedan prometer más dádivas en las campañas? ¿Para que haya más carnita corruptible? Francamente, me sorprendió que Max Kaiser no dijera algo al respecto. Todo el esfuerzo anticorrupción que Max representa muy bien, se trata de que no haya latrocinio y dispendio público.
Gurría, como buen burócrata, nos dice: dennos más presupuesto y vamos a desarrollar México. Los ciudadanos deberíamos decirles: primero demuéstrennos que pueden gastar e invertir bien, sin incompetencia ni pillerías, y en ese momento hablamos de que haya más recursos.
Necesitamos una reforma hacendaria, pero que incluya mecanismos de supervisión de los egresos del sector público. Una reforma hacendaria que tenga criterios más astringentes para el análisis de factibilidad financiera de la obra pública. Si ya sabemos que se tardan el triple en cualquier obra, y que acaba costando 2.5 veces, entonces el análisis de costo-beneficio debería ajustarse, con una tasa de descuento más alta, o con un periodo de amortización de inversión más corto.
Darle efectivo a la gente no es tan mala idea, si podemos condicionar ese efectivo a ciertos desenlaces sociales. No pueden ser regalos sin más, sin condiciones. Como los diseñó Santiago Levy hace 30 años está bien: transferencias condicionadas a los hogares a que manden a los niños a la escuela y a revisiones de salud. Tenemos que poner a competir a las regiones por proyectos de inversión. El sur y la península están creciendo, por el efecto, en la demanda agregada de las inversiones. En el futuro, es dudoso que sigan creciendo. El desarrollo no debe estar en el lugar donde hay agua. Hay que limpiar, desalinizar, condensar agua, en los lugares donde está el desarrollo. Mañana no tendremos ni sur, ni selva, ni agua en ninguna parte.
La próxima presidenta tiene que concentrarse en que las inversiones sean de calidad. Ojo: no solamente se invierte en fierros y concreto. También puede invertirse en la gente, en su educación, en su salud, en su seguridad. Eso es lo que me gustaría escuchar en las campañas, y claro: cómo van a financiar todo ello. Todos los votos a la candidata de tu preferencia, querido lector; pero ni un peso más al gobierno hasta que no gaste mejor.