Alinearse a las mentiras sobre un México irreal
Qué difícil debe ser para aquellas personas inteligentes y preparadas que están en Morena y aliados repetir las mismas mentiras que pronuncia el presidente cotidianamente y no solo eso, sino defenderlas a pesar de que los datos duros y la cruda realidad son contundentes.
El comentario no solo viene al caso por la posición que debe asumir Claudia Sheinbaum, sino todo aquel personaje que está en la nómina del gobierno, es candidato o de plano tiene compromisos ineludibles.
La candidata del oficialismo está entre la espada y la pared, ya que, por un lado, debe lucir receptiva ante las demandas de seguridad y justicia que le reclama la gente; y por otro, debe defender la estrategia presidencial de ‘abrazos, no balazos’ que ha ocasionado más de 180 mil homicidios dolosos, más de 60 mil desaparecidos y miles de mexicanos desplazados de sus lugares de residencia por el crimen organizado.
La exjefa del gobierno capitalino suscribió el documento denominado “Compromiso por la Paz”, elaborado por la iglesia católica de México, pero con reservas, ya que expresó su rechazo a varios puntos del documento, entre ellos las críticas a la política de seguridad, el aumento de la violencia, criminalidad y la militarización del país.
También se inconformó por el tema de “gobernanza”, en el cual la iglesia católica establece que México se debate entre un modelo de gobernanza autoritaria y criminal y un modelo de gobernanza democrática. También rechazó que el tejido social se encuentre en un “proceso de degradación acelerada”.
El diferendo de los oficialistas con la realidad se plasma en múltiples temas que van desde el desabasto de medicamentos, hasta la inviabilidad de algunas de las refinerías, pasando por la crisis económica, salud y educación; sustentabilidad y crisis hídrica, amén de la corrupción y la impunidad.
Eso de querer tapar el sol con un dedo, es un bumerán que vendrá de regreso, tarde que temprano, con el respectivo cobro de facturas en la elección de junio.
Las campañas políticas sirven en dos vías: una, del lado de la suspirante que busca granjearse las simpatías a través de su oferta política y la otra, del lado de la gente que sufre en carne propia las consecuencias de las malas decisiones del gobierno y el abandono criminal que hacen los tres niveles de gobierno.
Las candidatas o candidatos se tornan más sensibles ante la cruda realidad, o de plano, son tan cínicos e insensibles que, incluso, se burlan del dolor ajeno.
Entendemos que muchos de los beneficiarios de los programas de asistencia social del gobierno apoyen al presidente y sus candidatos, pero eso de que gente preparada e informada trate de sesgar la realidad, pues es perversidad absoluta.
El papel que debe desempeñar Claudia Sheinbaum es muy complicado, ya que debe rendirle pleitesía todo el tiempo a su mentor, aunque, por otro lado, debe hacer pronunciamientos que desea escuchar el electorado en relación con temas muy sensibles para ellos.
Con este condicionamiento es muy difícil que la candidata del oficialismo mantenga esa diferencia que tiene ahora en las encuestas serias, sobre todo porque su adversaria política, no deja pasar ninguna oportunidad para restregarle al gobierno de la 4T, el fracaso de su gestión.
En la lógica de simple aritmética de los números de porcentajes en las encuestas, voto que pierde Claudia, cae en la buchaca de Xóchitl y se me olvidaba Jorge Álvarez Máynez, quien podrá hacer muy poco para subir los niveles de aceptación que tiene MC y que en estos momentos raya en un 4%.
Cuando en apariencia se podría pensar que Claudia Sheinbaum está en el mejor de los mundos, puesto que está en la antesala de la Presidencia de la República, la realidad es que camina por un hilo muy fino que ante el menor tropiezo puede desplomarse todo.
Si habla mal del régimen, condenable; si omite los reclamos de los ciudadanos que la abordan durante los actos de campaña, pésimo; y si pronuncia algo que irrite al principal huésped de Palacio Nacional, pues no me quiero imaginar lo que podría suceder.
Por eso tiene que alinearse al mismo México que observa el presidente, por lo menos de aquí a que la invistan con la banda presidencial, si gana.