Una historia real de Navidad
Mi amiga Clarisa se preparaba para cruzar la esquina de Gurruchaga y Paraguay, en Palermo, con su musculosa negra, su pollera del mismo color con florcitas blancas, el pelo atado y una mochila. El aire pegajoso anunciaba lluvia. Venía de ver a su mamá de 90 años y de comprar en el chino. Era sábado 23 de diciembre a las diez de la noche.