Lo que no puede ser fue posible
Valentín Mariano José Castellanos Giménez se hizo ayer un hueco en la historia de la Liga. Le marcó cuatro goles al Real Madrid cifra que no recuerdo muchos antecedentes de este tipo. Valentín Mariano José rompió aquella frase de Rafael El Guerra de que “lo que no pue ser, no pue ser y además es …
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Valentín Mariano José Castellanos Giménez se hizo ayer un hueco en la historia de la Liga. Le marcó cuatro goles al Real Madrid cifra que no recuerdo muchos antecedentes de este tipo. Valentín Mariano José rompió aquella frase de Rafael El Guerra de que “lo que no pue ser, no pue ser y además es imposible”. Había valido durante años para enfrentarse al Madrid. Ayer, en Girona, un joven jugador argentino de un club todavía modesto como el Girona, hizo tal vez el partido de su vida y con ello, además de aportar parte fundamental del triunfo de su equipo, se marchó del campo con ovación unánime de los seguidores gerundenses.
Empatar con el Madrid habría sido magnífico resultado. Ganar de penalti y en el último minuto, glorioso. Derrotar con cuatro goles no me atrevo a pensar cuál habrá sido el sentir general de una población que ha conseguido quizá el triunfo más importante de la historia de su club. Enfrente tuvo al Madrid y sin bajas sensibles ni rotaciones extraordinarias. Carlo Ancelotti eligió a los mejores, pero delante, Mìchel, entrenador de menos pretensiones, pero de notables direcciones hasta la fecha, le ganó la partida de forma incontestable. No hubo casualidades. Hubo mejor fútbol del que podía esperar el Madrid. El Girona no solo defendió los puntos que le han dado ya la permanencia en Primera, sino que los obtuvo de forma formidable aunque fuera sorprendente.
El Madrid no había tirado la toalla porque se sentía con la esperanza de que la diferencia con el Barça aún se acortara. Once puntos eran muchos, pero ahora pueden ser mucho más con la derrota en Montilivi.
Se puede pensar que el Madrid tiene por delante la final de Copa para la que se podía reservar. Y sobre todo, la eliminatoria con el Manchester City que le puede dar nueva final en la Liga de Europa. Mas no hubo relajación. Simplemente, el Girona se empleó a fondo desde el comienzo y cuando los madridistas despertaron el resultado ya no tenía otra solución que jugar contra reloj y de manera constante.
El Girona mantuvo la defensa bien estacionada con Oriol Romeu por delante con mando en plaza. En los contragolpes, Riquelme y Gutiérrez se vieron siempre arropados por Bueno que llegaba desde atrás y el compacto grupo de centrocampistas y delanteros, se relevaban para poner en dudas a la defensa madridista que no fue lo mejor del equipo. Rudiger volvió a mostrar debilidades que no se le pueden permitir a quien forma parte de un conjunto tan importante como el Madrid. Marcarle cuatro goles al Madrid, aunque pueda servir de excusa la ausencia de Courtois, es tarea que solamente se consigue haciendo buen fútbol y disputando cada balón en todas las parcelas del césped.
Posdata. Vinicius volvió a tener minutos de desconexión. No fue expulsado porque el Madrid impone. No se ganó el aprecio de los suyos y menos aún de los adversarios. Jugador excepcional e individuo con demasiadas grietas.
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