«Es un drama económico, familiar y social, para muchos miles de pequeños agricultores que han plantado sus alcachofas, su apio, su lechuga, su brócoli». El presidente de Asaja Alicante, José Vicente Andreu , retrata con estas palabras una crisis inédita de la que responsabiliza directamente al Gobierno por no escucharles durante un año y ahora encontrarse sin caudales para regar las hortalizas de invierno sembradas. «Ahora estos productores tienen compromisos de entrega en fábricas de congelados y otros clientes, y después de plantar ahora les dicen que no va a haber agua», detalla el portavoz agrario. Según su análisis, se trata de «una situación absolutamente lamentable por culpa del Miteco, el Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico, donde no les importan absolutamente nada los agricultores». Esta crítica se fundamenta en que aparte de la sequía y la merma de recursos hídricos que venía de largo, Asaja había alertado sin ninguna receptividad, por lo que ahora se ha perdido un tiempo valioso. «No para ahí, porque para los pozos de sequía aún faltan trámites como la evaluación ambiental , meses todavía por la absurda burocracia , mientras hay que cerrar el riego y los pantanos para aguantar al río», relata Andreu. «Ahora es una situación sin salida, sin capacidad de reacción, no tenemos derecho ni al paro ni casi al pataleo», se lamenta, ante las perspectivas de ese compás de espera -que también denunció la semana pasada la Conselleria de Agricultura - por no haber abierto antes esos pozos de sequía del Sinclinal Calasparra, una gran reserva agua de «calidad». Además, les prometieron en marzo ponerlos operativos y sólo han suministrado un hectómetro de los 35 que podían haber aportado si se hubieran puesto en marcha hace un año. «No hubiera solventado los problemas, pero no estaríamos ahora con la situación de absoluta escasez, tal es así que el presidente de la Confederación Hidrográfica del Segura ha dicho que la mitad de las hortalizas plantadas no se van a poder regar, es decir, se van a perder », ha subrayado el representante de Asaja. Este organismo dependiente del Ministerio acaba de adoptar unas medidas de choque. En el caso de los agricultores encuadrados en las zonas de «riego tradicional», donde no disponen ni de caudal de trasvase ni desaladora, se abastecen de dos embalses - Fuensanta y Cenajo - y se encuentran al 7% y 10% de su capacidad, respectivamente: «Están prácticamente vacíos, no son utilizables, con fondo de embalse muerto ». Los últimos datos oficiales corroboran, efectivamente, que ambos pantanos y la cuenca en su conjunto están en el peor nivel de reservas de toda España. En cuanto a los agricultores de regadíos posteriores a 1933, los considerados «no tradicionales», algunos productores disponen de un complemento de agua del trasvase , que «no llega a completar ni mucho menos la necesidad». A los primeros se les ordena un 57% de restricciones al riego y a los otros del 40%, «un estado precario en el que no se van a poder ni mantener los cultivos», según Andreu. «Desde hace un año en Asaja estamos pidiendo medida que palíen lo que ya se veía venir, una situación límite sin agua en los embalses que nos lleva a tener que aceptar estas medidas que impone la Confederación con un recorte brutal», apostilla.
