El Zalgiris no es el gran favorito para ganar la Euroliga , ni siquiera para ocupar un puesto en los playoffs, pero cuando juega de local y se alía con su irreductible afición, el Kaunas Arena se convierte en una tumba de gigantes. Eso mismo le ocurrió al Barcelona en su debut en la Euroliga, saldado con una derrota (74-67) de difícil digestión. Los azulgranas quisieron imponerse con sus nuevas ideas, como que Willy sea el pívot de referencia o que Punter lidere el ataque. Pero ninguna funcionó y Peñarroya tuvo que recurrir a la impermeable defensa de Vesely y a la magia de Laprovittola. La combinación funcionó, los catalanes remontaron y, cuando más cerca estaban del éxito, las puñaladas de Francisco les mandaron a la tumba. El Barça está en construcción, pero la Euroliga no espera a nadie. Tras una Supercopa de lo más decepcionante, Willy Hernangómez quiso hacer suya la zona del Zalgiris, poco podía realizar el gigante Birutis , más largo que un día sin pan pero falto de kilos el internacional lituano para frenar las embestidas de su rival. Los buenos minutos del español, sin embargo, no contagiaron a sus compañeros, que acumularon bastantes pérdidas y estuvieron poco agresivos en defensa, presa fácil para las incursiones de Brazdeikis . Tampoco defendían bien los azulgranas el perímetro y, tras encajar un triple del galo Sylvian Francisco , a Peñarroya le tocó meter el bisturí, el Zalgiris ya había sumado 21 puntos en ocho minutos. Vesely , que fue operado de apendicitis antes de comenzar la temporada, no fue capaz de replicar el buen hacer de Willy, muy fallón el checo en ese lanzamiento de media distancia que parecía infalible, y el Barça comenzó a estancarse. Los bálticos estaban famélicos y robaban una tremenda cantidad de rebotes en ataque, pequeñas victorias que, aunque no aumentaban su ventaja en el marcador, sí minaban la autoestima catalana. Como ha sido costumbre en los últimos años, fue la magia de Laprovittola la que sacó al Barça del atolladero. La conexión del argentino con Metu hacía crecer a los azulgranas en ataque, pero el estadounidense Wallace y Birutis eran un auténtico dolor de muelas en el otro extremo del campo. No cerraban el rebote, el Zalgiris multiplicaba sus posesiones y, como es típico en Lituania, los triples casi siempre atravesaban el aro. Los locales habían sido claros dominadores de la primera parte y, cuando sonó la bocina del descanso, vencía por 12 tras una espectacular canasta de Brazdeikis sobre la bocina. Peñarroya, contra las cuerdas, le entregó el mando a Laprovittola y en un periquete los azulgranas firmaron un gran parcial de 2-7. La defensa, liderada por Vesely , ahora sí era óptima y al Zalgiris le costaba horrores conseguir una canasta. Le tocaba a los lituanos apoyarse en su ferviente grada para igualar la contienda y el Kaunas Arena se convirtió en un auténtico horno tras un encontronazo entre Núñez y Francisco. Pero los visitantes estaban muy decididos y, tras dos tiros libres de Anderson , el empate a 48 fue una realidad. Los azulgranas ya habían llegado a la orilla y ahora comenzaba la partida de ajedrez del último cuarto. Mitchell y Brazdeikis se rehicieron y devolvieron a la senda anotadora al Zalgiris, mientras que el Barça volvió a sufrir a la hora de amarrar los rebotes en defensa, increíble cómo Dunston se imponía a todos sus rivales por colocación. Francisco convirtió un triple en una afilada daga, los visitantes sintieron el dolor, no sabían qué hacer bajo la dirección de un errático Satoransky. De la nada y tras un flojo duelo, Punter sumó un dos más uno espectacular cuando peor estaba la situación, pero Francisco tenía la mirada del tigre, daba igual cómo le defendiera el Barça, sus lanzamientos casi siempre besaban la red. Brazdeikis firmó el epílogo con una bandeja suprema sobre Metu y Kaunas entró en efervescencia. Su equipo había podido con el todopoderoso Barcelona.
