"La verdad es que el entrenador lo está haciendo muy bien. Además, no busca excusas”. Lo dijo
Laporta la semana pasada y tiene toda la razón. El aterrizaje de
Hansi Flick en el
Barça ha sido perfecto y ha superado, hasta hoy, las expectativas, tanto en juego como en resultados. Tiene una idea de fútbol y un método de trabajo que sabe aplicarlo para que los jugadores lo entiendan y rindan. Él, escudado en su inglés, sin dominio de las lenguas oficiales en
Barcelona, va a lo suyo y muestra la mejor cara de lo que es un agradable profesional. Además, como es buen tipo, trata bien a la prensa, no hay culés con filias y fobias sobre
Flick y llegó descontaminado de todo, ha caído en gracia. Tanto, que en los últimos tiempos, se han filtrado tantas cosas bonitas de él que había empezado el proceso de beatificación: que si pidió un aplauso para el staff al volver de la gira, que si escribió una carta a
Marc Bernal, que si incluso le regaló un libro, que si invitó a comer a su staff en
Can Ferran, que si le devolvió los caramelos al periodista que le salvó de un ataque de tos…
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