Para Israel no hay líneas rojas en la venganza que lanzó tras los ataques de Hamás del 7 de octubre, que ahora se extiende de Gaza a Líbano. Benjamin Netanyahu insiste en que su objetivo es Hizbolá , pero en las últimas 24 horas sus tropas han «atacado repetidamente» el cuartel general de los cascos azules de la ONU en Naqoura y sus posiciones cercanas a la frontera. Un disparo de tanque ha herido a dos militares indonesios al derribar una torre de observación y el organismo internacional acusa a los israelíes de abrir fuego «deliberadamente» contra las cámaras de seguridad para evitar que los ataques quedaran registrados. Consultado por la denuncia de las fuerzas de la ONU, el Ejército dijo que «revisaba los informes». El actual jefe de la misión internacional es el general español Lázaro Sáenz, y cuenta con un contingente de 10.000 hombres, 669 de ellos españoles. El portavoz de la misión, Andrea Tenenti, informó hace unos días de que los israelíes les habían pedido dejar algunas de sus bases, a lo que los cascos azules se negaron. Tenenti reveló que las tropas judías establecieron una posición de ataque detrás de una instalación de Unifil para atacar desde allí a Hizbolá. Además de la torre de observación en Naqoura, Israel atacó la base de Labbouneh, donde están las tropas italianas. «Golpearon en la entrada del búnker donde se refugiaban las fuerzas de paz y dañó vehículos y un sistema de comunicaciones. Se observó un dron de las FDI volando dentro de la posición de la ONU hasta la entrada del búnker», detalló el comunicado difundido por el organismo internacional. No es el primer ataque de Israel a los cascos azules. En enero de 2015 mató al cabo Francisco Javier Soria Toledo, de 36 años, en un bombardeo contra la torre de vigilancia en la que se encontraba en unos días en los que había intercambio de golpes con Hizbolá. En un hecho sin precedentes, el Ejército tomó medidas disciplinarias y un año después la esposa del cabo recibió una indemnización de unos 185.000 euros. Israel habló entonces de «varios errores» en los disparos, pero la versión fue muy discutida porque el Ejército judío tiene las coordenadas de todas las posiciones de Unifil y cuenta con armamento de precisión. La misión de paz se remonta a 1978, pero España no llegó hasta 2006, tras la guerra de 33 días entre Hizbolá e Israel. El conflicto finalizó con la resolución 1701 de la ONU, que reforzó la presencia de los cascos azules, estableció un alto el fuego y pidió la retirada de las fuerzas israelíes para ser reemplazadas por fuerzas libanesas y de la ONU en el sur del Líbano, y el desarme de grupos armados, entre ellos Hizbolá. Desde ese 2006, España cuenta con la Base Miguel de Cervantes en Marjayoun y ha sufrido 16 bajas. El golpe más sangriento lo sufrieron en 2007 con la muerte de seis hombres en un «atentado terrorista premeditado» causado por la explosión de un artefacto explosivo al paso de su vehículo. Dieciocho años después de la resolución 1701 ha vuelto la guerra entre vecinos e Israel ha vuelto a invadir Líbano tras doce meses de hostigamiento diario de cohetes por parte de la milicia proiraní, que el 8 de octubre lanzó sus operaciones en solidaridad con Hamás . Los israelíes extienden a Unifil las quejas que también plantean sobre la Unrwa, la agencia de la ONU para los refugiados palestinos, y le acusan de no hacer bien su trabajo. Las autoridades israelíes censuran que los cascos azules han sido incapaces de prevenir el rearme de Hizbolá, la creación de infraestructura militar en la frontera y el lanzamiento de cohetes. El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell , alertó de que «otra línea se ha cruzado peligrosamente en el Líbano: el bombardeo israelí contra las fuerzas de paz de la ONU cuyas posiciones se conocen. Condenamos este acto inadmisible». El incidente se produjo tras la conversación telefónica entre Biden y Netanyahu en la que el presidente estadounidense volvió a mostrar su apoyo al derecho de Israel a la autodefensa. Desde el inicio de la guerra, Israel ha matado a 230 empleados de la ONU, 226 de ellos de la Unrwa, y atacado 200 instalaciones del organismo internacional, en la mayoría de casos escuelas reconvertidas en refugios para desplazados. Los israelíes argumentan que Hamás se esconde en estos lugares y usa a los civiles como escudos humanos. Este jueves el gabinete israelí votó para aprobar la respuesta a Irán por el lanzamiento de 181 misiles balísticos. Los iraníes han intensificado su labor diplomática con viajes a Arabia Saudí y Qatar e insisten en que están listos para devolver el golpe. La única forma de acabar con esta ruleta macabra es con un alto el fuego y en las últimas horas, según medios israelíes, el jefe del Mossad, David Barnea, puso sobre la mesa la opción de una tregua en Líbano y Gaza a cambio de que Teherán presione a Hamás para que devuelva a los rehenes.
