Claudia Sheinbaum afirma que la guerra contra el narco no regresará, pero la guerra ya existe

La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ha afirmado que [[LINK:INTERNO|||Article|||670ab7f1609b110007f8d7e2|||«no va a regresar la guerra contra el narco»]]. La sentencia tiene que ver con la política de confrontación armada que Felipe Calderón (presidente desde 2006 a 2012) emprendió en contra de los grupos armados vinculados a la venta ilícita de drogas, secuestro y extorsión. La memoria de esos años evoca un sexenio de violencia atroz. Sin embargo, la decisión en aquel momento respondía a una manera de neutralizar un problema que comenzaba a ser incontrolable.

Es difícil saber cuál es la mejor forma de acabar con el narcotráfico. La presidenta ha dicho que atacarán sus causas (la mayoría de ellas vinculadas a problemas sociales como la pobreza). Sin embargo, resulta muy claro y rotundo que la solución no es ni cercanamente suficiente; adicionalmente, poco eficaz en el corto y mediano plazo.

No se trata de negar las causas y tampoco de ignorar los problemas vinculados a la pobreza, pero resulta preocupante que se subestime e ignore el presente. Hace pocos días el alcalde de una pequeña ciudad llamada Chilpancingo apareció decapitado; horas previas había insistido en la necesidad en aumentar su protección personal y la de su familia. La ayuda no llegó.

Cuando la presidenta afirma que la guerra no regresará, parece ignorar que la guerra ya existe. Y resulta ingenuo, al mismo tiempo, creer que las bandas de narcotráfico abandonarán el negocio ilícito a partir del diálogo. ¿Soluciones? Difícil saberlo. Lo que sí queda claro que tanto la política de Andrés Manuel López Obrador de mantener una distancia indolente hacia el problema como la que está aplicando la actual mandataria están condenadas al fracaso más rotundo; una desilusión cargada de injusticia y de muerte.

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Alejandro G. Motta es socio director y fundador de Thinko Consulting