El power point de
Victor Font, en la rueda de prensa de ayer, mostraba unos números enormes en pantalla, bien reconocibles para cualquier miope. Si el socio del
Barça no quiere ver la realidad, ahí la tenía, ante sus narices. La deuda del Club ha incrementado en
152 millones de euros, en el mandato de
Laporta, hasta el total de los 1.302 millones, sin contar con el
Espai Barça. ¿Estamos mejor o peor que antes? En el acumulado de cuatro años, el
Barça ha gastado la friolera de 1.041 millones más de los que ha ingresado. Por negocio tradicional del fútbol –venta de entradas y abonos, derechos de televisión y patrocinios– ahora se ingresan
743 millones, por los
835 que se ingresaron en la 2018-19. ¿Estamos mejor o peor que antes? En cuatro años, la venta de patrimonio y artificios contables asciende a los
1.068 millones de euros. Se desglosan en
667 millones de la venta del 25% de derechos de televisión por 25 años, más los
401 millones que resultaría de la venta del 49% de
Barça Studios. Según
Font,
Barça Studios es “la operación ficticia más grande de la historia del fútbol”. Y aquí es cuando, con las cifras de la auditoria de
Grant Thornton recién terminada en la mano, la oposición se pone seria y asegura que es una línea roja que puede ser motivo de una moción de censura. El análisis del detalle de la venta del
49,5% de Barça Studios no tiene desperdicio, más aún cuando hemos sabido que es un negocio que facturó tan solo 76.000 euros el pasado ejercicio y que el auditor ha obligado a reconocer
141 millones en pérdidas por esa operación inflada. Primera fase: en el verano de 2022, para poder inscribir los fichajes, se activa “la palanca” de la venta de casi la mitad de
Barça Studios con inversores puente y con una valoración exagerada. Ahí,
Socios.com y
Orpheus Media (
Roures al rescate), permiten que el
Barça gane tiempo. Sin embargo, no llegaron a desembolsar, ni de lejos, los 200 millones pactados. Segunda fase: en verano de 2023 llega la hora de lo que
Font denomina “inversores ficticios”. La reestructuración del negocio pasa por la entrada de nuevos socios inversores. Los de
Libero, alemanes, ya sabemos que ni pagaron ni pagarán el montón de millones previsto. Puro humo. Por otra parte, aparece un desconocido socio chipriota –
Vestigia Holdings LTD– que llega a través de
NIPA Capital, que cobra comisiones por la mediación. Esa operación, que vuelve a ser un petardazo, le sirve al
Barça para dar beneficios en la temporada 2022-23, tranquilizar a
Tebas y colarle un gol por la escuadra al auditor, que hace un acto de fe insólito. Ante tanto impago, llega el verano 2024. La tercera fase: la llegada del inversor que es proveedor del Club.
Aramark, los de los frankfurts, los que nos cobran un botellín de agua a más de 4 euros en Montjuïc, se aseguran tener el catering del
Camp Nou por 25 años y, mira por dónde, se queda unas acciones de
Barça Studios, a cambio de unos cuantos millones. De esta operación, hecha con agosticidad y alevosía, tampoco los socios tienen toda la información. Ni mucho menos. A todo ello, los socios del Barça, todavía dueños del Club, no conocen ningún detalle de los gastos que ha comportado, ni de las comisiones que se han pagado en todo este tiempo, ni del plan de negocio, si es que lo hay.
Font,
Llopis,
Murtra –socios del Barça que dan la cara y que han sabido gestionar con excelencia los negocios que han tenido entre manos– no se mueven por antilaportismo, y así lo aseguran en sus intervenciones. Su único interés es defender los intereses del Barça. ¿Y el de
Laporta? También.
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