Para afrontar el cáncer de mama hay consejos y ayuda, pero Carmen Fernández Ariza, que escuchó lo que le recomendaron, tomó además una iniciativa insólita: llevó un diario. Era catedrática de Literatura de la Universidad de Córdoba, luego profesora de la Cátedra Intergeneracional, y la escritura es su forma de expresión. Carmen Fernández se dio de bruces con la enfermedad en marzo de 2018, cuando se estaba duchando. Era un viernes y se notó algo raro. El sábado y el domingo fueron de angustia hasta que el lunes acudió a la ginecóloga, que en principio se lo confirmó, pero en la mamografía no apareció nada. Descartaron la ecografía, pero ella insistió, y se la pagó de su bolsillo. Y sí, ahí estaba. Esa misma tarde se fue a clase, para olvidarse del mundo, y luego, por consejo de un amigo médico, se dejó llevar. La cirujana que la operó, la quimioterapia , la radioterapia, la recuperación. «En principio una no piensa nada. Piensa que es una barrera que se ha puesto por delante, porque siempre parece que le va a pasar a los demás», confiesa. Su marido le ayudó mucho. «De ésta salimos », y si ella dudaba -«Paco, que esto no está en nuestras fuerzas»- él volvía a tomarle la mano. La quimioterapia fue «malilla», confiesa, pero le ayudó la Escuela de Pacientes , en que muchas mujeres de distintas edades y condiciones cuentan sus experiencias con el cáncer de mama . «Me vino muy bien escuchar la experiencia de cada una, era una psicoterapia de grupo, con hijos o no, con maridos que lo aceptaban o no. Ver esas realidades es lo que más me enseñó y sirvió», dice. También el diario, que de vez en cuando relee para recordar cómo estaban los ánimos en ciertos momentos: «Plasmé cómo veía que mis hijos los iban asumiendo, cómo nos reuníamos y me miraban. Sirve para hacer una reflexión . Es la forma recordarlo y tenerlo en la memoria, porque con la enfermedad pierdes capacidades». Han pasado seis años y medio y Carmen Fernández Ariza no sabe si es superviviente del cáncer de mama, pero sí considera que le ha ganado seis años y medio a la vida . «La última revisión fue en mayo, el médico me dijo que estaba curada, pero esperará otro año para darme el alta», dice la profesora, que sigue escribiendo e investigando, ahora sobre el teatro en Córdoba en el siglo XIX, pero que se toma las cosas con menos prisa que antes.