El Museo Patio Herreriano propone un «espacio de emociones» con el legado de Hernández Pijuan

La palabra catalana 'llaurats' tiene varias acepciones. Alude, por un lado, al tratamiento pictórico de las superficies que hace posible idas y venidas de luz. También a la actividad agrícola que consiste en profundizar la tierra con un arado. Y en la exposición que ha inaugurado este jueves el Museo Patio Herreriano de Valladolid hace referencia a la forma que el artista catalán Hernández Pijuan (Barcelona, 1931- 2005) tuvo de estar en la tierra , «esa conciencia del lugar» de la cual resultaban los signos, los rastros y las marcas que ahora pueblan esta muestra. «Esta exposición es muy importante», ha subrayado durante la inauguración Nico Minuera, artista y compañero de Javier Hontoria, director del museo, en el comisariado de esta muestra que ahonda en la última etapa del pintor con la intención de realizar una propuesta «distinta», alejada del acercamiento más habitual que museos e instituciones han tenido a la obra de Hernández Pijuan, en la que se asomaban de manera cronológica a la evolución estilística de un artista que comenzó integrándose en el ambiente conceptual y analítico de los años setenta para luego instalarse en el fragor pictórico de los ochenta. En 'Llaurats', en cambio, el Museo Patio Herreriano se fija en el trabajo realizado por el pintor catalán desde finales de los ochenta hasta 2005, año en el que falleció, para ahondar en ese «gran atlas de rastros que el artista dejaba tras de si sobre la tierra en su contemplación del paisaje». «Con esta exposición se ha conseguido un espacio de emociones», ha destacado Minuera, para quien esas «señales» que va dejando el pintor son «como una especie de juego de escritura». Por su parte Joan, hijo del artista catalán, que actualmente está trabajando en el desarrollo de un completo catálogo de su obra, ha explicado que «una de las condiciones » que puso para el montaje es que participaran en él «todos los coleccionistas» que a día de hoy cuentan con obra suya. Gracias a esta premisa, entre el casi medio centenar de trabajos que reúnen las salas 3, 4 y 5 del museo vallisoletano «hay mucho trabajo inédito». Entre las instituciones 'prestadoras', Hontoria ha destacado el Museo Reina Sofía y el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona. Junto con la exposición de Hernández Pijuan, el Patio Herreriano ha inaugurado otra dedicada a Damaris Pan, la joven artista vasca que ya participó en el proyecto 'Turno de réplica' y que ahora ha intervenido en la sala 8 del museo. La protagonista ha agradecido «la confianza» de la institución vallisoletana en esta muestra, que le ha permitido indagar en su propio trabajo, algo que ha reconocido que es «de lo más estimulante» para un creador. «El hecho de haber programado ambas exposiciones juntas no es baladí», ha concluido Hontoria, para quien de esta manera Patio Herreriano se acerca a «dos formas muy diferentes de entender el lenguaje de la pintura». El director del museo también ha señalado que el hecho de que coincidan ambos proyectos con el recientemente inaugurado de Lara Almarcegui tampoco es casualidad, y ha destacado al respecto que tanto la artista de Zaragoza como Hernández Pijuan «tienen una conciencia de la tierra muy notable», ya sea «desde un espíritu más crítico» como es el caso de la primera o «desde lo más poético».